Catedral de Jaén

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Ubicada en la Plaza de Santa María con referencia catastral 0502901VG3800S0001HJ.
Una de las principales obras del Renacimiento Andaluz.
El legado de Andrés de Vandelvira principal constructor de la Catedral de Jaén llegó al resto del mundo (principalmente a América) a través del tratado de arquitectura traças que su hijo difundió.
Su influencia artística hará que se repita como modelo, con más o menos variaciones, en España e Hispanoamérica, tal es el caso de la Catedral de la Ciudad de México, Puebla de Los Ángeles, Jalisco, Mérida, La Habana, Guadalajara, Yucatán, Cuzco, Bogotá, Potosí, Lima, Oaxaca... Hasta el punto de considerarse como la gran aportación como modelo hispano a las tipologías catedralicias.
Francisco de Becerra fue el constructor más influenciado por las premisas artísticas de la Catedral de Jaén, como demuestra el estilo de la mayor parte de sus construcciones americanas.
Es la única de estilo renacentista coherente completamente acabada de todas las iniciadas en España como las de Guadix, Granada, Málaga o Almería.
Toda la piedra utilizada para su construcción original, al igual que otros monumentos de Jaén, procede de las canteras del monte del Mercadillo en Cambil.
La catedral a partir del siglo XVII presenta, como no podía ser menos, un buen repertorio de fábricas. Las canteras de Mercadillo, Carchelejo, Jabalcuz, Fuente del Peral, Alberquilla y Capuchinos abastecieron a la catedral durante el siglo XVII; hay un cambio de tonalidad en la parte alta de la fachada de una piedra procedente de otra cantera que fue utilizada por un corto periodo de tiempo después de la muerte del maestro mayor Eufrasio López de Rojas, la catedral ya mostraba la balaustrada.
Su construcción se extiende desde 1368 hasta 1802.
Andrés de Vandelvira realizó el proyecto definitivo, obra cumbre de Vandelvira en la que trabajó hasta el final de sus días.
Vandelvira creó nuevas técnicas arquitectónicas como la bóveda baída o de pañuelo para darle volumen y grandeza a la catedral, se atrevió a construir puertas y balcones en esquinas, y creó encajes en la piedra como el arco que da entrada al Museo Diocesano, que ocupa el antiguo pudridero, y que en arquitectura se conoce como arco Serliano al estilo Bramante. La sacristía y la sala capitular, conectadas por un armario que esconde un pasadizo secreto, son las dos grandes joyas del maestro. Las estrías de las columnas de la piedra dan paso a unos bastones, ese es el sello que aparece en todas sus obras, muchas de ellas repartidas por ciudades Patrimonio de la Humanidad como Úbeda y Baeza.
Se concibe como santuario del Santo Rostro y bajo la advocación de la Asunción de la Virgen.
La Catedral de Jaén está edificada sobre los cimientos de la que fuera desde el 825 la Aljama o mezquita Mayor de la ciudad. El solar ocupaba una esquina de la muralla árabe primitiva. No queda ningún resto de la misma, pero se supone que era de reducida extensión. Era un amplio edificio de cinco naves con un gran patio de abluciones y rodeado de galerías.
Al-Himyari en el siglo XI: ... La mezquita aljama de Jaén domina la villa y se sube a ella por escalones en sus cuatro frentes. Tiene cinco naves sostenidas por columnas de mármol y un gran patio rodeado de galerías y cubiertas. Esta mezquita fue construida por orden de Abderrahman ben Alhakam, bajo la dirección de Maisara, gobernador de Jaén a la sazón ...
Tras su entrada en la ciudad, 1246 Fernando III mandó consagrarla y decir una misa ante una Virgen que la tradición quiere que sea la misma que está en la Capilla Mayor.
Ese día fue consagrada por el obispo Gutierre bajo la advocación de la Asunción de María.
La dedica al culto cristiano sin llevar a cabo modificación alguna.
Hay que tener en cuenta que la capital de la diócesis era, en aquel momento, Baeza, hasta que se traslada a Jaén, en 1249.
Las obras comenzaron ciento veinte años después, en 1368, el rey de Granada, aliado de Pedro I el Cruel, asalta la ciudad y quema sus templos.
Ese mismo año el obispo Nicolás de Biedma emprendió la construcción de un edificio regular de traza gótica, con cinco naves, coro, crucero, capilla mayor, claustro y otras partes más.
En su testamento, dictado el 7 de marzo de 1382, legó todos sus bienes para la continuación de la obra. Pero a su muerte, en 1383, las obras se paralizaron.
La construcción de la catedral gótica con carácter de Santuario para albergar la Santa Faz o Santo Rostro, que según la tradición fue impreso directamente por la Verónica en un lienzo y traído a Jaén en el siglo XIV, lo que motivó que el templo se convirtiera en centro de peregrinación.
En 1492 el obispo Luis Ossorio, ante el estado de ruina, ordenó derribar el crucero y la capilla mayor, pero no logró grandes progresos en la obra al tener que desplazarse a Flandes.
Al frente de la obra se puso el maestro cantero Pedro López.
Fue el Obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce el que, cuando vino trasladado de Lugo, en 1500, acometió la renovación.
Sacó los cimientos de la Capilla Mayor, en el mismo lugar que la actual, con el Presbiterio, obra que se acabó en 1519.
Las del testero no eran capillas o no se llegaron a cerrar, pero se levantó el muro principal, de estilo gótico flamígero provisto de contrafuertes y un adorno formado por crestería simulada, que fue utilizado en la obra definitiva y que es el actual muro nororiental, obra tal vez de Enrique Egas.
De éstas quedan: la cabecera, concebida como planta de salón, la cenefa gótico flamígera que la adorna en el exterior, y en el interior una escalera de caracol.
También costeó Suárez la coronación y la sillería del coro, al estilo de Berruguete.
El obispo Alonso Suárez, hombre de gran talla intelectual, fue nombrado inquisidor general adjunto en 1494 por la Reina Isabel la Católica para ayudar a Torquemada a organizar el Santo Oficio en la Corona de Castilla. Jaén disponía de tribunal de la inquisición desde 1483. En 1502 se reunió en la casa del obispo, situada en la Calle Campanas, el Consejo Supremo de la Inquisición. Los autos de fe se celebraban en la Plaza de Santa María; los nombres de los condenados por el tribunal jiennense se inscribían en la Capilla de Santa Lucía de la catedral gótica, y sus sambenitos, tras cumplir la pena impuesta, se colgaban en las paredes de la Puerta del Caballico, en la catedral. No hay duda, por tanto, de la importancia que el templo mayor y su entorno tuvieron desde finales del siglo XV en el ámbito de la Inquisición.
Juan de Aranda, en 1634, realizó una reproducción de la planta gótica que más tarde el Deán Mazas recuperaría del archivo catedralicio.
En 1525 el Cardenal Merino ordenó revisar los pilares que sostenían la cúpula, que resultaron estar en muy mal estado.
Entonces, Merino promueve la suscripción de recursos para un nuevo templo, construido a los romano creando una Cofradía de 20.000 hombres y otras tantas mujeres que abonan una cuota de un real.
En 1540 se colocó la primera piedra con arreglo a las trazas hechas por Pedro de Vandelvira, padre de Andrés, quien la dirigió durante más de 20 años.
A mediados del siglo XVII se hubo de derribar el cimborrio y la capilla del Obispo Suárez.
La génesis del proyecto entronca con la corriente arquitectónica de Diego de Siloé, procedente de Granada.
Andrés de Vandelvira recibe el encargo de construir la catedral a la muerte de su padre, el escultor y arquitecto Pedro de Vandelvira, en 1540.
Pedro llevaba en el proyecto desde 1534 y ya había avanzado sus trazas, demoliéndose al efecto la obra antigua.
Habían participado también Jerónimo Quijano y Pedro Machuca.
En 1548 se adopta el acuerdo capitular de iniciar la obra desde el muro de cabecera, que en opinión de algunos explicará la planta rectangular o de salón, con ausencia de girola, elemento este ajeno, por otra parte, a la tradición arquitectónica jiennense.
Mucho tuvo que ver también la presencia de la muralla, adosada al templo, y la torre del Alcotán, cuyo derribo provocó discusiones que no se resolvieron hasta 1555.
Andrés de Vandelvira dirigirá las obras durante más de veinte años.
Bajo su dirección se realizaron la sala Capitular (con retablo de Pedro Machuca), el Gran Panteón de Canónigos (actual Museo Catedralicio), la Sacristía, antesacristía, testero del crucero sur, las capillas de la nave sur o de la epístola, que llevan en lo alto la fecha de 1579, y la fachada y puerta del medio día, las columnas del interior con sus característicos bastoncillos desiguales y las bóvedas, así como un Ecce Homo en piedra (en el ala del crucero, hoy se considera de Luis de Aguilar procedente de Segura de la Sierra) y el Relieve de la Asunción situado en la puerta.
Los entablamientos fuerón un descubrimiento de Vandelvira.
Junto a Vandelvira trabajó Alonso de Barba, su ayudante y discípulo, aparejador de la obra y responsable de la misma a la muerte de Andrés, y fue él el encargado de cerrar la sacristía, capillas y hornacinas de este lado.
En 1582 se decide, por acuerdo capitular, convocar a varios arquitectos para estudiar y trazar la nueva planta del edificio.
Pero las obras se paralizaron por falta de recursos durante unos 50 años y la obra sufrió severos daños.
Con la llegada del Cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval, Juan de Aranda recibe en 1634 el encargo de reactivar las obras.
Juan era sobrino de Ginés Martínez de Aranda, maestro de la Catedral de Santiago de Compostela, y natural de Castillo de Locubín, con experiencia en las catedrales de Córdoba y Granada, lo que le convertía en conocedor del clasicismo de finales del XVII, muy influenciado ya por el manierismo.
Suyas son la nave del lado norte, el presbítero, la cúpula y la Capilla Mayor, para lo que hubo de derribarse la obra gótica, aunque se aprovechó el muro que hoy puede contemplarse desde la plaza de San Francisco, que actuó como muro de carga.
También dejó terminadas las naves hasta los últimos pilares del coro hacia 1654.
Juan de Aranda siguió fielmente el proyecto arquitectónico de Vandelvira, del que sólo alteró elementos decorativos, manieristas, y la cúpula del crucero.
De su obra destaca la portada norte.
Pedro del Portillo dirigió la obra hacia 1660 por encargo del obispo Don Fernando de Andrade y Castro y fue el que cerró la cúpula sobre el crucero y enlosó el suelo.
Ese mismo año, con una importante parte de las obras por delante, se consagró el templo.
Del Portillo ha sido considerado un discípulo menor de Aranda y su contribución a la obra fue escasa y no demasiado afortunada.
Eufrasio López de Roxas discípulo también de Aranda, recibió el encargo de las obras y termina los pilares y capillas que faltaban.
En 1660 Eufrasio López de Roxas proyecta la gran fachada.
A principios de 1667 comienzan las primeras trazas de la fachada, en las que interviene Bartolomé Zumbigo.
También construye las dos torres.
Fallece en 1684 y la fachada la continua Blas Antonio Delgado.
En 1688 se termina la fachada principal.
Si le quitáramos las torres y las referencias religiosas estaríamos ante un palacio.
Es la única catedral de España rodeada de balcones. Solo en la fachada principal se cuentan nueve balcones, aunque en total tiene 62 (27 exteriores y 35 interiores, además de más de 100 ventanas).
Con influencias italianizantes, especialmente en la presencia de los balcones desde los que se exponía el Santo Rostro, y una majestuosa escenografía barroca con la presencia de Fernando III, los padres de la Iglesia y los Evangelistas.
Mide 33 metros de anchura por 32 de altura, sin incluir los arranques de las torres que la enmarcan y le confieren un aspecto italianizante.
El efecto de las torres constituyen los elementos de mayor tradición renacentista y no se finalizarían hasta comienzos del XVIII, ya bajo de la dirección de Blas Antonio Delgado, discípulo de Roxas, y más tarde bajo Miguel de Quesada.
Aún se prolongaría la obra durante el siglo y un nuevo estilo, el neoclasicismo, se haría presente evidenciando su conflicto con su predecesor, el barroco.
A mediados de siglo y ya levantada la fachada, se construyeron los tramos que la comunicaban con las capillas, que constituyen la nave norte, según el proyecto original a excepción de las bóvedas y el coro, en donde se deja ver la influencia churrigueresca de José Gallego y Oviedo del Portal, que se incorpora a la obra en 1726, ejecutando el coro y trascoro, el cerramiento de las bóvedas, lonjas de circunvalación, solería, vidrieras, rejería, etc.
La nave norte contiene la Capilla de San Fernando.
Pero la obra aún se prolongaría hasta los primeros años del XIX.
Ventura Rodríguez construiría el Sagrario en 1764, un anexo
Y su sobrino, Manuel Martín Rodríguez, terminaría la lonja en 1800, que rodea el recinto con rejas de hierro apoyadas en pilastras, coronadas a su vez por flameros y pináculos, y los accesos.
Pedro Arnal, Juan de Adán y otros maestros rematarían trabajos interiores en tabernáculos y retablos.
Todo parece hecho en una misma fase, aunque en realidad se tardaron 184 años.
La catedral dispone de tres naves en planta rectangular, con testero plano, también llamada de salón, separadas mediante pilares cruciformes de orden corintio, unidos por arcos de medio punto que sostienen bóvedas vaídas.
Dispone de diecisiete capillas hornacinas situadas entre contrafuertes interiores.
El conjunto recuerda más bien una pieza de arquitectura civil, subrayado además por el sistema de balcones que recorren los muros por encima de las arquerías de las capillas.
Todas viejas campanas de la catedral, excepto una, Enrejá, fueron destruidas durante la Guerra Civil. Se llamaban San Pedro, Asunción, Fernanda, Santa Eufrasia, Santa Lucía, Santa María de la Cabeza, Corpus, Virgen de la Capilla y Santa Bárbara.
Declarada Monumento Histórico Artístico por Decreto de 3 de Junio de 1931.
El 1 de diciembre de 1959, este típico viento jiennense de 120 k/hora, logró abrir la puerta principal de la catedral doblando los barrotes de hierro que la sujetaban, hasta hacer sonar los tubos del órgano.
Los días 15 de agosto a las 12.00 en la Catedral de Jaén se hace la procesión de una de las imágenes devocionales más antiguas de la provincia de Jaén, también la patrona del cabildo catedralicio, la Virgen de la Antigua talla gótica del siglo XIII de manufactura nórdica.
En el siglo XIX André Fraçois Miot en los años tormentosos de la Guerra de la Independencia describe Jaén despectivamente como: ... Jaén está construida al pie de una montaña sobre la cima de la cual los moros han elevado una fortaleza que aún subsiste. Los alrededores de la ciudad son poco agradables y el interior sólo presenta calles estrecha y casas bastante mal construidas. Solamente la Catedral es digna de atención ...
También en el siglo XIX Teophile Gautier le impresiona la extraña silueta de la ciudad: ... Una enorme montaña de color ocre, amarillenta como una piel de león, pulvurulenta de luz, dorada por el sol, se alza inesperadamente en medio de la ciudad; torres macizas y largos zig-zags de fortificaciones antiguas atigran sus costados descarnados en líneas raras y pintorescas. La Catedral, inmenso abigarramiento de arquitectura, que desde lejos parece más grande que la misma ciudad, se alza orgullosa como montaña fingida junto a la natural ...
Carta anónima de un amigo que está de viaje, a otro que está en Madrid, aparecida en el periódico local El Guadalbullón en 1847, algunos han creído ver en ella la mano del poeta Antonio Almendros Aguilar: ... Desde media legua antes de llegar a la ciudad por cualquier punto, sobresale el edificio de la Catedral, como desmesurado gigante en tierra de enanos ...
Francisco de Paula Mellado en su Guía del viajero en España, de mitad del siglo XIX: ... La Catedral, que ocupa el mismo sitio que la antigua mezquita de los árabes, es un cuadrilongo de 308 pies de largo y 148 de ancho, con dos torres iguales en altura y ornato y cuatro puertas, siendo la facada principal obra de bastante extensión y grandeza. ...
Camilo José Cela después de recorrer Jaén en su Primer viaje andaluz, anotó: ... Jaén está en la falda de una escarpada montaña amarillenta como la piel de león y que su Catedral, a lo lejos, compite con ella en altanería y parece mayor que la ciudad ...
Cuenta la leyenda que habita el espectro de un niño de unos 10 o 12 años que deambula por las naves de la catedral en busca de paz eterna. La leyenda del Niño de la Catedral de Jaén se remonta a una trágica Semana Santa alrededor de 1950. Durante una procesión, un niño que estaba emocionado por ver salir a Nuestro Padre Jesús, más conocido entre los jienenses como "El Abuelo", sufrió un fatal accidente. Mientras esperaba ansiosamente en una estructura, resbaló y cayó al suelo, perdiendo la vida debido al impacto. Desde ese momento, su alma parece haber quedado atrapada en la Catedral, deambulando por sus majestuosas naves.
Referencia catastral 0502901.