Calle Arco del Consuelo

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Siguiendo una tradición arquitectónica muy común desde tiempos medievales, fue horadada la manzana para darle salida con un pequeño cobertizo, donde se abrió una pequeña capilla dedicada a la Virgen.
Esta céntrica y estrecha calle es una de las escasísimas reliquias que nos quedan da los tiempos vividos en el siglo XIV, cuando para favorecer la seguridad de sus casas y habitantes en ambos extremos de las mismas, y de ahí su estrechez, estaban guarecidos con fuertes puertas que se cerraban durante las horas nocturnas, impidiendo el paso por las mismas a toda persona ajena a sus moradores.
Puede ser que se tratase de la antigua Calle Turroneria.
La primera denominación y cita segura que encontramos referente a esta calle se remonta a los comienzos del siglo XVII, con motivo del arrendamiento de dos locales para taberneros que eran propiedad del Cabildo Catedral.
Caso similar se repite en 1.728 con otro local igualmente dedicado a taberna, aunque esta vez propiedad del Concejo de la capital, pero ya con el curioso dato añadido de que se hizo constar en la escritura pública realizada al efecto con el arrendador, un tal Manuel Silveste, que tal calle se llamaba De los bodegones y que la susodicha taberna se expendería vino añejo de la tierra baja.
Llegados a 1.780 documentamos por vez primera la actual denominación aunque con ligeras variantes, pues se cita como calle del arco de la Virgen del Consuelo (Arco del Consuelo).
Hasta entonces sobre la fachada del viejo arco se abria una hornacina que protegía una imagen en piedra de la Virgen del Consuelo, imagen que pasaría a partir de la nueva obra al interior de una pequeña capillita hecha en el intradós del arco, que es precisamente la misma que hoy podemos contemplar.
En la noche del 6 de octubre de 1.848 se cometió, bajo el mismo arco, el crimen más sonado de la historia de jaén desde el cometido siglos atrás contra el Condestable. Esa noche, con ánimo de robarle, unos desconocidos apuñalan al Conde de la Puebla de los Valles, que fallece poco después. La justicia tarda casi un año en encontrar a los culpables, los hermanos Juan y Silvestre Merelo, vecinos de Martos, que reciben garrote vil en ejecución pública llevada a cabo el 25 de octubre de 1.849 en el Ejido de Belén.
En esta calle, relativamente corta, han vivido personas ilustres como Mateo Candilija, el más célebre abogado de la capital durante casi toda la primera mitad del siglo XIX; o D. Cándido Milagro, Maestro de Capilla de la Catedral y excelente compositor.
Ha tenido hasta una fábrica de jabón, en plena producción hasta 1.891
E incluso buenos restaurante como el de José Montes, allá por los felices años 20
Concurridísimos locales como el Argentino, al que siguió Carlos con sus animados y esperados bailes.
Pero la perla de tan alegre calle fueron y son los bodegones, heredados de aquellos propiedad del Concejo o de la Catedral, entre los que por justicia ocupan un lugar relevante la Tasca La Manchega y la Taberna Gorrión.
Destaca la Casa de la Calle Arco del Consuelo.