[Escucha este texto]- En el mundo bajomedieval, la mujer estaba sujeta al control ideológico y moral que marcaba la iglesia, junto al resto de instituciones seculares.
- Infravalorada, sin acceso a la mayoría de profesiones, vivía en una sociedad que justificaba la supremacía del derecho y la autoridad del hombre, al que consideraba físicamente más fuerte y con mayor capacidad de razonamiento.
- Debía estar vigilada y protegida por el padre, el hermano o esposo.
- Según los moralistas de la época el estado que le convenía era el matrimonio.
- El convento se reservaba para las clases pudientes dada la elevada dote que exigida para ingresar en él.
- Una vez casada, al hombre le correspondía el ámbito público, y a la mujer, el mundo doméstico de la privacidad.
- Su misión consistía en estar al servicio en un mundo de hombres; les cocinaban, vestían y cuidaban.
- La maternidad era el periodo más destacable de su vida.
- Los niños pasaban pronto al mundo paterno, mientras que las niñas permanecían al lado de sus madres, aprendiendo el papel que después habían de representar y trasmitir a su descendencia.
- La mujer padecía una completa falta de libertad, aunque algunas llegaron a desempeñar labores profesionales como las jornaleras, mesoneras, cocineras, bordadoras, lavanderas, o pudieron dirigir el negocio familiar, tras la muerte del marido.
- Las condiciones de vida mejoraban en ámbitos urbanos y entre los niveles acomodados de la sociedad.
- Aquellas de origen humilde, las viudas o solteras sin acceso a una dote para el matrimonio, se ganaban la vida duramente, por lo que en ocasiones, tuvieron que recurrir a amancebamientos o prostíbulos. Una solución intermedia fueron las Casas de las Beatas de la Tercera Regla, donde vivían varias mujeres sin recursos, protegidas por alguna viuda rica. Sin emitir votos religiosos, se dedicaban a las prácticas piadosas y ganaban el pan con su trabajo.
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