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Batalla de las Navas de Tolosa
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  • En 1212 existían 6 reinos en la península: Portugal, León, Castilla, Navarra, Aragón y Al-Andalus.
  • En 1209 Alfonso VIII quebranta la tregua concertada con los Almohades tras la derrota sufrida en Alarcos.
  • El 5/6 de febrero de 1211 se produce la salida de Al-Nasir de Marrakech.
  • El 4 de abril de 1211 se produce la partida de las tropas Almohades de Rabat.
  • Entre abril y mayo de 1211 los Almohades organizan un gran ejército. El punto clave de la logística fue el paso del Estrecho de Gibraltar. En Tánger y Ceuta fue necesaria una flota de alrededor de doscientas naves. En número de tropas era tal que la flota tardó dos meses en trasladar a todos los efectivos hasta la Península.
  • El 30 de mayo del 1211 se concentra en Sevilla un numeroso ejército formado por los Almohades, el contingente más numeroso, reforzado con contingentes andalusíes, beréberes, árabes y kurdos.
  • En mayo de 1211 razia castellana por el Levante.
  • En mayo de 1211 los toledanos toman Guadalerzas.
  • En julio de 1211 los Almohades asedian Salvatierra.
  • Entre agosto y septiembre de 1211 capitula Salvatierra, símbolo de la resistencia contra los sarracenos y Al-Nasir regresa a Sevilla.
  • En septiembre de 1211 el edicto de preparación de guerra.
  • En octubre de 1211 Pedro II y Alfonso VIII se juntan en Cuenca.
  • El 29 de noviembre de 1211 Alfonso VIII en Alarcón.
  • Ante el nuevo empuje Almohade, el Papa Inocencio III promulga una cruzada, a petición de Alfonso VIII de Castilla.
  • Algunos ejércitos europeos se retiraron ante la dureza climática y al no permitírseles el saqueo.
  • El 20 de mayo de 1212 cita de los cruzados en Toledo.
  • El ejército cristiano de unos 70.000 hombres comandado por Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho El Fuerte de Navarra (faltaba el rey de León), y los obispos de Narbona, Burdeos y Nantes con numerosos caballeros franceses partió el 20 de junio de Toledo.
  • En junio de 1211 Al-Nasir tras pasar el invierno en Sevilla reforzando su ejército, el califa almohade emprende el camino hacia Sierra Morena.
  • El 24 de junio se asalta Malagón, villa que arrasaron pasando a cuchillo a la guarnición ante el desagrado de los castellanos.
  • El 1 de julio Calatrava que se rinde tras corto sitio y abandonar sus habitantes la plaza lo que provoca el 3 de julio la retirada de los obispos de Burdeos y Nantes no conformes con sus aliados más propensos a la conquista por pacto que por la fuerza.
  • El ejército cristiano quedó formado por: Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho El Fuerte de Navarra, Rodrigo Ximénez de Rada, Arzobispo de Toledo y El Arzobispo francés de Narbona y las órdenes militares de Alcántara, Calatrava, Santiago y Templarios. Alfonso II de León y Alfonso IX de Portugal enviaron tropas a la cruzada.
  • A diferencia del Califato Almohade, el Reino de Castilla no contaba con una infraestructura logística para el movimiento de tropas y, además, tuvo que hacer la última parte de su recorrido en territorio hostil. Para imaginar el problema logístico del abastecimiento de la tropa en su marcha al campo de batalla basta fijarse en el consumo diario de un caballo de guerra: 14 kilos de pasto, 5 kilos de avena y 35 litros de agua. Un contingente de 1000 jinetes necesitaba 1.620 toneladas diarias sólo para las monturas. Una carreta podía cargar 500 kilos. Para estas montas fueron necesarias 3200 carretas, las cuales componían un rastro de 20 kilómetros de largo, que representa una jornada de camino. Los problemas de abastecimiento del ejército en su marcha fue otra de las razones que indujo a los ultramontanos a abandonar la cruzada.
  • El 4 de julio Alfonso VIII en Alarcos.
  • El 5/6 de julio Conquista de Caracuel, Benavente, ...
  • El 7 de julio Llegada a Salvatierra.
  • El 13 de Julio subida a Sierra Morena.
  • El 13 de Julio llega al-Nasir a Sierra Morena.
  • En Sierra Morena todos los pasos están muy vigilados, al otro lado espera confiado el ejército musulmán del almohade Miradmamolín.
  • De los dos caminos posibles para llegar a él, el más corto, por el Desfiladero de la Losa, discurría por una garganta rocosa tan áspera y difícil que "mil hombres podrían defenderla de cuantos pueblan la tierra."
  • Se le presentó ante Alfonso VIII un pastor que decía conocer un paso seguro que los almohades no vigilaban. Nada se perdía con probar. El 13 de julio, el pastor Martín Alaja indica a Don Diego López de Haro y un destacamento de exploradores acompañaron al rústico que los llevó primero hacia el oeste y luego hacia el sur, a través de los actuales parajes del Puerto del Rey y Salto del Fraile.
  • El mérito de este curioso personaje fue el de indicar a los cristianos un camino accesible para flanquear la Cordillera Mariánica y llegar sin problemas hasta los musulmanes.
  • Así fueron a salir, esquivando los relieves más comprometidos de aquellas montañas, a la explanada de la Mesa del Rey, donde se establecieron.
  • Don Diego López de Haro comunicó al rey que el paso del pastor era perfecto, justamente lo que necesitaban.
  • En cuanto amaneció el día siguiente, el grueso del ejército levantó el campamento y fue a acampar en la Mesa del Rey.
  • Rodrigo Ximénez de Rada nos refiere de esta manera la llegada providencial del pastor al que describe así en su De Rebus Hispaniae: ...muy desaliñado en su ropa y persona, que tiempo atrás había guardado ganado en aquellas montañas y se había dedicado allí mismo a la caza de conejos y liebres. El arzobispo de Toledo lo califica, además, de escoria del mundo.
  • Domingo Pascual en su traducción de la Historia de la batalla: Dios ... embió un home como aldeano, o pastor, home mal vestido, è parecia que era el vestido de poco valor... E dixo, que el guardara tiempos avia su ganado en aquellos montes, è que tomara por alli en aquel Puerto liebres, è conejos
  • Alfonso VIII, apenas habla de él en su carta al Papa, se limita a decir que: ... nuestros magnates que iban en la vanguardia, guiados por un rústico que Dios nos envió impensadamente, encontraron allí mismo otro paso bastante fácil.
  • El arzobispo de Narbona ni siquiera menciona al pastor. En cambio, fuentes posteriores sí que se detienen en este suceso. Por ejemplo, Alberico en su Crónica le cambia la profesión y da nuevos datos sobre su indumentaria: ... un campesino enviado por Dios, según se decía, se presentó a ellos vestido y calzado con cuero crudo de ciervo.
  • Lucas de Tuy al referirse a él dice: ... presentose por divina inspiración al rey Alfonso un hombre, a modo de pastor de ovejas, que les enseñó un camino ancho.
  • En cuanto a la Crónica latina de los Reyes de Castilla: Entonces envió Dios a uno con aspecto de pastor, que habló en secreto al rey glorioso.
  • En ninguna de las fuentes del siglo XIII se menciona el nombre del pastor, habrá que esperar tres siglos para toparnos con una identidad, y quien nos la proporciona es Argote de Molina, que nos dice que se llamaba Martín Alhaja, aunque el apellido sea frecuente encontrarlo escrito como Halaja. Al oir las palabras del pastor, los reyes enviaron para cerciorarse a Diego López de Haro y García Romeo. Martín Halaja entonces les dio como seña del camino la calavera de unas de sus vacas que los lobos le habían comido. Esta puntualización le sirve a Argote de Molina para explicar el origen del linaje de Cabeza de Vaca cuyo blasón fue concedido a los descendientes de Diego López de Haro.
  • Las tropas cristianas siguieron parte de la Calzada romana del Empedraíllo.
  • Por fin se encontraban los dos inmensos ejércitos frente a frente sin obstáculo natural que los separase.
  • Él lugar del campamento cristiano se encontraba en la Mesa del Rey y en la llanura se levantaron las tiendas del ejército de Miramamolín y en el Cerro de los Olivares la tienda roja de Al-Nasir.
  • Perdida su ventaja inicial, Al-Nasir decidió plantear la batalla lo antes posible para evitar que los cansados cristianos y sus caballos se repusieran de las fatigas de la caminata.
  • Formó pues a su ejército en orden de combate, se situó favorablemente sobre el terreno y envió columnas de caballería y arqueros para que hostigaran a los cristianos en sus posiciones.
  • Pero los reyes cristianos no mordieron el anzuelo y la actividad bélica de la jornada se redujo a pequeñas escaramuzas sin importancia.
  • Al día siguiente, domingo, 15 de Julio los almohades amanecieron formados en orden de combate y se mantuvieron de esta guisa hasta mediodía, pero los cristianos eludieron nuevamente el encuentro y se contentaron con escaramuzas.
  • Los adalides de uno y otro bando analizaban la fuerza y disposición del adversario y tomaban las medidas oportunas para asegurarse la mejor fortuna en la batalla campal que se avecinaba.
  • Pocos conseguirían conciliar el sueño en los campamentos de las Navas la noche del día 15 de Julio de 1212. Todavía era de noche cuando en el campamento cristiano circuló la orden de prepararse para el combate. Pasaron los clérigos administrando la absolución a los cruzados que aprestaban arreos y armas. Cuando clareo el día ya se habían desplegado las fuerzas.
  • En el campo cristiano tres cuerpos de ejército dispuestos en línea ocupaban la llanura. El central estaba formado por las tropas de Castilla; a su izquierda, las de Aragón con Pedro II al frente y a la derecha los navarros de Sancho el Fuerte.
  • Las dos alas habían sido forzadas con tropas de varios concejos castellanos. Cada uno de estos cuerpos estaba a su vez dividido en tres líneas ordenadas en profundidad.
  • La vanguardia del cuerpo central, que sería el eje de la lucha, iba mandada por el veterano don Diego López de Haro.
  • En la segunda línea se ordenaban los caballeros templarios, al mando del Maestre de la Orden, Gómez Ramírez; los caballeros hospitalarios, los de Uclés y los de Calatrava.
    En la retaguardia iba Alfonso VIII acompañado por el arzobispo de Toledo y otra media docena de obispos castellanos y aragoneses y probablemente también por el arzobispo de Narbona.
  • Los nobles caballeros y freires de las órdenes militares eran guerreros profesionales y se hacían acompañar de peones y servidores igualmente experimentados, pero a las tropas de los concejos, aportadas por las ciudades castellanas, les faltaba experiencia guerrera y entrenamiento. Por eso se había dispuesto que combatieran mezcladas con las tropas profesionales. De este modo la calidad sería más homogénea y la infantería y la caballería se prestarían mutuo apoyo.
  • El ejército almohade presentaba también tres cuerpos: en el primero un núcleo de tropas ligeras; en el segundo, el heterogéneo conjunto del ejército integrado por voluntarios de todo el dilatado imperio, incluyendo a los contingentes de al-Andalus; en la retaguardia, los almohades propiamente dichos ocupando la ladera del cerro de los Olivares en cuya cima Al-Nasir había plantado su emblemática tienda roja, en el centro de una fortificación de campaña construida por una amplia empalizada de troncos unidos y reforzados por cadenas. Este ingenio desempeñaba el papel de las alambradas en la guerra moderna. Defendía la empalizada una nutrida guardia de voluntarios armados de picas, arcos y hondas. Es de notar que muchos de éstos estaban atados por los muslos y enterrados hasta las rodillas. Al-Nasir, sentado sobre su escudo a la puerta de la tienda, leía el Corán e impetraba la protección de Alá en el apurado trance de aquella batalla decisiva.
  • Los cronistas árabes hablan de seiscientos mil combatientes musulmanes y de una innumerable muchedumbre de cristianos. Los cristianos se refieren a casi doscientos mil jinetes musulmanes y la consabida infinita muchedumbre de peones. Modernos estudiosos de la batalla cifran los efectivos almohades entre 100000 y 150000 combatientes (probablemente el primer número se más exacto que el segundo) y los cristianos entre 60000 y 80000. Incluso admitiendo las cifras más modestas, hemos de reconocer que el choque debió ser de los más espectaculares y sangrientos de la historia medieval.
    En general puede decirse que los cristianos estaban mejor armados que los musulmanes, especialmente en lo tocante a armamento defensivo: escudos, cotas de malla y yelmos de metal o cuero. El ofensivo abarcaba una amplia panoplia: lanza, espada, cuchillo, maza o hacha, alabarda, arco y honda.
  • Por la parte almohade el armamento defensivo se limitaba prácticamente al escudo. Sus peones iban provistos de lanzas y espadas, azagayas, arcos y hondas. El predominio de las armas arrojadizas en el campo musulmán se refleja en las enormes reservas de flechas y venablos que cayeron en manos de los cristianos. El arzobispo de Narbona calculó que dos mil acémilas no serían suficientes para transportar las cajas de flechas encontradas.
    La táctica empleada por los ejércitos almohade y cristiano se basaba en concepciones del arte militar diametralmente opuestas y ambas igualmente eficaces.
  • Por la parte cristiana, Alfonso VIII había tenido mucho tiempo para meditar sobre las enseñanzas de Alarcos. Además conocería las contramedidas que los cruzados habían desarrollado en Siria y Palestina para hacer frente a similares tácticas musulmanas. Frente al formidable bloque de la caballería cristiana que cargaba frontalmente en compacta formación, los musulmanes oponían tropas ligeras capaces de dispersarse ágilmente en todas direcciones, hurtando el blanco a la acometida enemiga, para luego agruparse y desplazándose rápidamente, envolver el enemigo y devolver el golpe en sus puntos vulnerables, la retaguardia y los flancos. Algo parecido ocurrió en Alarcos: los almohades desorganizaron las tropas de los concejos que formaban las alas del ejército castellano y rodearon al núcleo de la caballería atacándolo por los lados. Por eso, en las Navas, Alfonso VIII dispuso que los concejos combatieran mezclados con guerreros profesionales, freires o caballeros. Además reforzó convenientemente los bordes exteriores de las alas. El plan de combate de los reyes cristianos debía algo a la experiencia ajena, a los cruzados de Siria. Después del encuentro de Doriela, que enfrentó por vez primera en batalla campal a cruzados y turcos en 1097, los cristianos desarrollaron nuevas tácticas para evitar que las ligeras y ágiles tropas musulmanas los cercaran. Bohemundo, el gran táctico cristiano, ideó proteger los flancos del ejército con obstáculos naturales, conservar la formación cerrada para evitar el desmoronamiento de las líneas y sobre todo, mantener un cuerpo de reserva con el que atacar al enemigo cuando intentara cercar al cuerpo principal. En Palestina, la reserva era mandada por Bohemundo personalmente. En las Navas de Tolosa vemos a Alfonso VIII al frente del cuerpo de retaguardia. De la oportuna intervención de esta reserva, ni demasiado pronto ni demasiado tarde, dependía el resultado de la batalla.
  • El dispositivo almohade no era menos formidable que el cristiano. Tropas de las más variadas procedencias, representantes de cada kabila y tribu del imperio, habían convivido durante un año y medio y se habían preparado para este encuentro. El plan de batalla almohade era simple, tópico y efectivo. Primero sus tropas ligeras desorganizarían y cansarían al enemigo. En la vanguardia pondría sus peores tropas, la muchedumbre de fanáticos voluntarios árabes, bereberes, almohades y andalusíes atraídos por la Guerra Santa, los que aspiraban a ganar el Paraíso. Mientras los cristianos se cebaban en esta carne se cañón y la perseguían hasta posiciones desventajosas, los hábiles arqueros de Al-Nasir sembrarían la muerte en las líneas castellanas. Cuando el enemigo estuviera cansado y en terreno desventajoso, entrarían en combate los almohades para dar el golpe de gracia. Si alguna carga de los cruzados llegaba hasta el cuerpo de zaga o retaguardia almohade, las formidables defensas de su palenque y la guardia bastarían para detenerla. Los componentes de la guardia del palenque no eran, como sostiene la tradición historiográfica cristiana, desgraciados esclavos negros encadenados unos con otros para evitar su huida y obligados a combatir hasta la muerte. Más probablemente se trataba de fanáticos voluntarios, los llamados imesebelen (desposados) los que, ligados por un juramento, ofrecían sus vidas en defensa del Islam y se hacían atar por las rodillas para asegurarse de que se sacrificarían llegado el caso. La de los imesebelen es una institución que ha perdurado hasta nuestros días. Escribe Huici: Los franceses han sido muchas veces testigos de su valor en las campañas argelinas. En 1854 dos columnas francesas penetraron en la Gran Kabilia y encontraron soldados desnudos hasta la cintura, vestidos tan sólo con un calzón corto y atados unos a otros por las rodillas para no huir: eran los imesebelen a quienes había que rematar a bayonetazos sin conseguir que se rindiesen. Una fuente árabe sostiene que en las Navas combatieron diez mil arqueros Agzaz. Esta tribu de arqueros turcos había llegado al imperio almohade, vía Egipto, unos veinticinco años atrás. El padre de Al-Nasir, el vencedor de Alarcos, uno de los más expertos generales de su tiempo, los incorporó a su ejército y los pagaba espléndidamente. El secreto de los arqueros turcos radicaba en sus arcos especialmente potentes y en la táctica que empleaban. Podían disparar con el caballo a todo galope y en cualquier dirección. Fueron, en Siria y Palestina, la pesadilla de los cruzados hasta que estos desarrollaron tácticas capaces de contrarrestar sus ataques.
  • Es evidente que los servicios de información de ambos ejércitos funcionaban a la perfección y que cada bando conocía de antemano los efectivos del contrario y el uso que probablemente haría de ellos.
  • Los dos estados mayores tomaron las contramedidas oportunas, aunque el cristiano se probó más acertado al adoptar las tácticas avaladas por los cruzados en Oriente.
  • Cuando los dos ejércitos se encuentran frente a frente, es el ejército cristiano quien pasa a la ofensiva. Cuenta con unos 70.000 hombres frente a los más de 100.000 del Califa Al-Nasir, el Comendador de los Creyentes, el Miramamolín.
  • Las tropas castellanas encabezan el ataque frontal.
  • Los cristianos combaten cuesta arriba y tras una larga carrera.
  • En el flanco izquierdo combaten las tropas aragonesas.
  • En el flaco derecho, el temible Sancho el Fuerte, con sus más de 2,30 metros de estatura, encabeza las tropas navarras.
  • El empuje favorece a las tropas cristianas.
  • Sin embargo, esta ventaja inicial había sido prevista por la hueste musulmana.
  • En su avance combatiendo contra la infantería ligera marroquí, la formación cristiana empieza a desorganizarse.
  • Es entonces cuando Al-Nasir hace cargar al grueso de su ejército.
  • Los cristianos, desordenados, ceden al empuje. Algunos empiezan a titubear y a retirarse. La suerte parece echada.
  • Al-Nasir no se reserva y lanza a la carga a sus tropas de élite, la caballería africana y los temibles arqueros a caballo turcos, que comienzan a envolver a los crisitianos.
  • Viendo la situación desesperada, Alfonso VIII ordena cargar a sus tropas de reserva.
    Inesperadamente, éstas empiezan a abrirse camino.
  • Al-Nasir, vestido con prendas del color verde del Islam, observa el devenir de la batalla ante su tienda de color rojo.
  • Alrededor de ella, defendiéndola, espera la Guardia Negra.
  • El lunes 16 de julio se riñó la batalla. La vanguardia cristiana, capitaneada por Don Diego de Haro, descendió de la Mesa del Rey y cargó contra el enemigo a lo largo del Llano de las Américas. Las avanzadas musulmanas se dispersaron sin dejar un muerto en el campo, y los cristianos prosiguieron su galopada en busca del blanco firme que se ofrecía en los altozanos contiguos, donde estaba apostada una muchedumbre de musulmanes. Allí se produjeron los primeros choques, pero después de una dura batalla los atacantes atravesaron la segunda línea, fue en este momento cuando los cristianos arremetieron contra el grueso de los almohades, que los recibieron en alto y los contuvieron, atacando ellos mismos pendiente abajo.
  • Don Diego y los suyos se mantuvieron firmes en la confusión de la batalla, pero las endebles tropas de los concejos comenzaron a ceder terreno.
  • Cuando todo parecía estar perdido, Alfonso VIII creyó llegado el momento de dirigir la carga definitiva o morir en el intento, de cuyo resultado dependía la batalla. Y se produjo entonces la conocida como la Carga de los Tres Reyes.
  • Sancho el Fuerte con sus tropas, rodeando a los musulmanes desde el flanco, consigue abrirse camino como un huracán hasta caer sobre la guardia encadenada del Miramamolín.
  • Sus últimos leales le prestan un caballo para que huya a refugiarse tras los muros de Jaén.
    Es el fin de la pujanza de Al-Andalus.
  • El cronista Ibn Abi Zar narra la batalla desde el punto de vista musulmán:

    Al oír Alfonso que Al-Nasir había tomado a Salvatierra, se dirigió contra él con todos los reyes cristianos que le acompañaban y con sus ejércitos. Al saberlo Al-Nasir, le salió al encuentro con las tropas musulmanas: avistáronse los combatientes en el sitio llamado Hisn al"Iqab, (Castillo de la Cuesta, hoy Castro Ferral); allí se dio la batalla. Se plantó la tienda roja, dispuesta para el combate en la cumbre de una colina, Al-Nasir vino a ocuparla y se sentó sobre su escudo con el caballo al lado; los negros rodearon la tienda por todas partes con armas y pertrechos. La zaga, con las banderas y tambores, se puso delante de la guardia negra con el visir Abu Said ben Djami. Se dirigió contra ellos el ejército cristiano. en filas, como nubes de langostas; los voluntarios les salieron al encuentro y cargaron sobre ellos en número de 160.000, pero desaparecieron entre las filas de los cristianos, quienes los cubrieron y combatieron terriblemente. Los musulmanes resistieron heroicos, todos los voluntarios murieron mártires, sin dejar uno; las tropas almohades, árabes y andaluzas los miraban sin moverse. Cuando los cristianos acabaron con los voluntarios, cargaron sobre los almohades y sobre los árabes con inaudito empuje; mas al entablarse el combate huyeron los caídes andaluces con sus tropas por el odio que había dirigido Ibn Djimi al despedirlos.

    Cuando los almohades, los árabes y los cábilas bereberes vieron que los voluntarios habían sido exterminados, que los andaluces huían, que el combate arreciaba contra los que quedaban, y que cada vez los cristianos eran más numerosos, se desbandaron y abandonaron a Al-Nasir. Los infieles los persiguieron espada en mano, hasta llegar al círculo de negros y guardias que rodeaban a Al-Nasir; pero los encontraron que formaban como un sólido muro, y no pudieron abrir brecha; entonces volvieron las grupas de sus caballos acorazados contra las lanzas de los negros, dirigidas contra ellos, y entraron en sus filas.

    Al-Nasir seguía sentado sobre su escudo, delante de su tienda, y decía "Dios dijo la verdad y el demonio mintió", sin moverse de su sitio, hasta que llegaron los cristianos junto a él. Murieron a su alrededor más de 10.000 de los que formaban su guardia; un árabe entonces, montado en una yegua, llegóse a él y le dijo: "Hasta cuándo vas a seguir sentado?, ¿Oh, Príncipe de los Creyentes!, se ha realizado el juicio de Dios, se ha cumplido su voluntad y han perecido los musulmanes." Entonces se levantó para montar el veloz corcel que tenía al lado; pero el árabe, descabalgando de su yegua le dijo: "Monta en ésta que es de pura sangra y no sufre ignominia, quizás Dios te salve con ella, porque en tu salvación está nuestro bien." Montó Al-Nasir en la yegua, y el árabe en su caballo le precedía, rodeados ambos por un fuerte destacamento de negros, a cuyos alcances iban los cristianos. El degüello de musulmanes duró hasta la noche, y las espadas de los infieles se cebaron en ellos y los exterminaron completamente, tanto que no se salvó uno de mil. Los heraldos de Alfonso gritaban: "Matad y no apresad, el que traiga un prisionero será muerto con él". Así que no hizo el enemigo un solo cautivo este día.

    Fue esta terrible calamidad el lunes 15 de safar del 609 (16 de julio de 1212), comenzó a decaer el poder de los musulmanes en al-Andalus, desde esta derrota, y no alcanzaron ya victorias sus banderas; el enemigo se extendió por ella y se apoderó de sus castillos y de la mayoría de sus tierras, y aún no hubiera llegado a conquistarla toda, si Dios no le hubiese concedido el socorro del emir de los musulmanes Abu Yusuf ben Abd al-Haqq, que restauró sus ruinas, reedificó sus alminares y devastó en sus expediciones el país de los infieles.

    De vuelta de Hisn al-Iqab fue Alfonso contra la ciudad de Ubeda, y la ganó a los musulmanes por asalto, matando a sus habitantes, grandes y pequeños, y así siguió conquistando al-Andalus, ciudad tras ciudad, hasta apoderarse de todas las capitales, no quedando en manos de los musulmanes sino muy poco poder. Sólo le impidió apoderarse de este resto de botín la protección divina por medio de la dinastía de los benimerines. Dícese que todos los reyes cristianos que asisitieron a la batalla de Hisn al-Iqab, y que entraron en Ubeda, no hubo uno que no muriese aquel año.

  • El 16 de julio en Navas de Tolosa, la mayor parte del ejército almohade quedó en el campo de batalla, el resto fue perseguido y aniquilado.
  • El enfrentamiento tuvo lugar cerca de Despeñaperros (este nombre le fue puesto después de la batalla; hasta entonces se conocía como el puerto de Muradiel), a cuatro kilómetros de lo que hoy es Santa Elena.
  • Decisiva fue la intervención de Sancho de Navarra que, con sus caballeros, rompió el cerco de hierro y carne de la tienda de Al-Nasir.
  • Murieron unos 20.000 árabes y 12.000 cristianos.
  • Y los prisioneros árabes fueron llevados a construir la fortaleza de Calatrava la Nueva.
  • Las cadenas de los atados sudaneses pasaron a ser el escudo de Navarra.
  • La táctica seguida por la coalición de reinos cristianos en la Batalla de las Navas de Tolosa fue la clásica de los ejércitos europeos de la época que tenían en la caballería acorazada su principal fuerza ofensiva. Todos los movimientos tácticos estaban orientados a poder lanzar oleadas sucesivas de haces de caballeros que cabalgaban muy unidos y se lanzaban en trompa contra la formación enemiga con el objetivo de desbaratarla. Si la carga no era profunda y era absorbida por la formación atacada entonces los caballeros quedaban a merced del enemigo. El éxito del ejército cristiano en las Navas se debió en buena parte a que el número de combatientes fue el suficiente para permitir lanzar sucesivas oleadas de cargas de caballería a un ritmo que hizo imposible su absorción por parte del cuerpo central del ejército almohade.
  • Frente a la brutal potencia de la caballería acorazada de los cristianos, los musulmanes desarrollaron una técnica conocida por los cristianos con el nombre de tornafuye que, como su nombre indica, consistía en atacar, retirarse y contraatacar. Esa táctica le dio la victoria a los Almohades en Alarcos. La imposibilidad de ponerla en práctica, y no las rivalidades internas y las deserciones, explican el fracaso del ejército almohade en las Navas.
  • La puerta de Andalucía quedó abierta, pero la peste, por tantos cadáveres sin sepultar, y otras circunstancias impidieron explotar la victoria.
  • La victoria permitió extender los reinos cristianos hacia el sur. Alfonso VIII conquistó después Navas, Vilches y Baños, Baeza y Úbeda... El empuje cristiano era ya imparable.
  • Diversas circunstancias, incluida la peste, retrasarán la Reconquista todavía casi tres siglos.
  • En mapas antiguos ponen erróneamente la situación de la batalla entre Vilches y Arquillos.


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Página confeccionada por Francisco Miguel Merino Laguna
Ver 2-20042301