Mezquita Catedral. Capilla Mayor

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Al poco tiempo de concluir las obras del crucero (Mezquita Catedral. Crucero), el Obispo Fray Diego de Mardones decide realizar un retablo mayor.
Varios maestros fueron convocados con el propósito de poder elegir un proyecto que complaciera al cabildo, el elegido fue el diseño presentado por el hermano granadino Alonso Matías, perteneciente a la Compañía de Jesús.
Matías fue un hombre de notable cultura, amplio conocedor de los tratadistas italianos, caso de Alberti, Vitrubio, Palladio o el propio Vignola.
El proyecto del hermano Matías se caracterizaba por el empleo de diversos tipos de mármoles y bronces, el motivo, el aspecto económico.
Córdoba poseía y posee numerosas canteras de mármol, como Cabra, Luque o Carcabuey, las cuales han sido utilizadas desde la antigüedad en la ciudad para el empleo de infinidad de construcciones.
Para la extracción de los distintos mármoles se contrató al egabrense Luís González Bailén.
Las obras comenzaron en 1618, pero numerosos problemas con el Padre General de la Compañía desembocaron en el posterior traslado del hermano Matías a otra ciudad en agosto de 1625.
Desde Montilla, Matías escribió al cabildo proponiéndoles la forma de proseguir las obras del retablo en su ausencia, aconsejándoles que Luís González Bailén continuase al frente de los trabajos.
En junio de 1627 se nombra maestro mayor del retablo a Juan de Aranda Salazar, quien ya trabajaba desde la marcha del hermano Matías, y bajo su dirección se terminan las obras de piedra en mayo de 1629.
El conjunto se completó en 1653 con la consecución del templete eucarístico.
El retablo mayor de la Catedral ha sido, en numerosas ocasiones, comparado con el realizado por Juan de Herrera para la iglesia del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. De hecho, ambos están realizados en mármol, y se encuentran presididos por una gran custodia.
El hermano Matías planteó un gran basamento, sobre el cual proyectó un orden gigante de cuatro columnas que dividen el primer cuerpo en tres calles.
Sobre éstas, realizó un entablamento quebrado decorado con motivos vegetales en bronce, y lo igualó en altura con el entablamento realizado por Hernán Ruiz I, que recorría la totalidad de la cabecera. De esta forma nos queda un ático de amplias dimensiones, similares a las del primer cuerpo, aunque sólo en la calle central.
Los cuadros originales fueron realizados por Cristóbal Vela Cobos, pero se sustituyeron en 1713 por los actuales, obra de Acisclo Antonio Palomino, natural de Bujalance, autor de mayor prestigio y calidad.
De los primeros el cabildo llegó a decir: “... de una mano humilde que más sirve de borrón que de esmalte”.
Los actuales son un total de cinco lienzos, de los que cuatro ocupan las calles laterales del primer cuerpo y ático; representan a cuatro mártires cordobeses, dos de época romana, “San Acisclo” y “Santa Victoria”, los santos patronos de Córdoba, y dos de época musulmana, “San Pelagio” y “Santa Flora”. El lienzo restante es el que corona el conjunto y representa “La Asunción de la Virgen”, que en aquel entonces ya era la advocación de la Catedral.
Las esculturas situadas en los extremos del ático, sobre las columnas de orden gigante anteriormente citadas, fueron realizadas por el escultor Pedro Fraile de Guevara y representan a los pilares de la Iglesia, San Pedro y San Pablo.
La figura principal del retablo, la Custodia o Templete. Se trata de una obra tardía, realizada hacia 1653 por Sebastián Vidal con trazas de Alonso Matías. Dividido en dos cuerpos, el primero de planta cuadrada, el segundo de planta circular, rematado en cúpula con linterna. Se piensa, que Matías pudo inspirarse en el realizado por Juan de Herrera para San Lorenzo de El Escorial años atrás.
La bóveda de crucería gótica que cubre la Capilla Mayor fue también decorada en tiempos de Fray Juan Álvarez de Toledo. En ella gira todo en torno a la imagen central de “La Asunción de María”, mientras que en los cuatro tondos mayores se representan al Emperador Carlos I y tres santos. Luego encontramos hasta doce círculos de menores dimensiones en los que aparecen los apóstoles, y en las esquinas de las bóvedas, entre los nervios, varios ángeles músicos. Se trata de la representación de la Gloria de María, a la que se le añade al Emperador Carlos I de España, muerto años atrás.