Collegium

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También conocido como el Edificio del Atrio.
Al este de las Termas Romanas (adosado a estas) ha aparecido un gran edificio construido en torno a un atrio de estilo toscano que se ha identificado como sede de un collegium.
El edificio constaba de dos plantas y, lo más destacable es que todas las estancias estaban decoradas con destacables pinturas murales.
Construido a finales del siglo I a.C.
Pudo ser otro edificio de la corporación semipública.
Pudo dedicarse a celebrar banquetes rituales en honor de dioses de origen oriental, quizás Isis o Serapis, que pudieron recibir culto en un santuario anexo.
Estaba organizado en torno a un patio o atrio con cuatro columnas desde el cual se accedía a las cuatro amplias salas para banquetes (triclinia).
Cada sala de banquetes pudo acoger varios comensales que comían recostados sobre lechos (klinai) adosados a la pared.
El atrio con columnas toscanas, presidido por un pozo, actuaba de distribuidor.
La Sala de Culto, quizás la principal del edificio, pudo destinarse al culto. Inicialmente estaba abierta al patio, permitiendo tener una perspectiva completa de ella desde el pasillo de acceso (fauces). En el siglo II d.C. quedó separada del atrio por una pared, a la cual se le adosó una capilla de culto (lararium). En la segunda mitad del siglo II d.C., fue decorada con pinturas, de las que quedan restos in situ, organizadas en tres zonas. Un zócalo blanco, una parte media con alternancia de paneles e interpaneles de mármoles policromos, y una zona superior con dos frisos superpuestos: el inferior con elementos geométricos imitando mármoles de colores, y el superior con cabezas femeninas y flores enmarcadas por guirnaldas vegetales.
A la izquierda de la Sala de Culto se encuentra el Almacén. En el siglo III d.C. el edificio cambió de propietarios y en su interior acogió varias casas, conservando el atrio su función de distribuidor. En la sala conocida como Almacén se situó una vivienda dotada de cocina con hogar, un área de trabajo con un molino de cereal, y un pequeño almacén (de donde le viene el nombre) donde se recuperó un conjunto de 16 ánforas de vino, aceite y salazones del siglo III o IV d.C. Aunque en origen estaban apiladas en una esquina, aparecieron quemadas y aplastadas contra el suelo por el desplome del techo. Algunas de ellas conservaban parte de su contenido y las improntas de las cuerdas de esparto que las forraban y protegían. Estas ánforas permiten fechar el colapso del edificio en el siglo IV d.C. por un incendio.
A la izquierda del atrio está la Sala de Banquetes. Conserva parte de la decoración pictórica de finales del siglo I o inicios del II d.C. La composición, propia del IV Estilo Provincial, se organiza en tres partes. Un zócalo de color blanco, moteado con trazos rojos y manchado por la caída de gotas de pintar la parte de arriba. Una zona media con paneles rojos y ocres, enmarcados con bandas verdes y separados por interpaneles negros, uno de ellos decorado con una crátera metálica y un tallo vegetal flanqueado por dos serpientes. Y el friso superior, decorado con un paisaje de arquitecturas, plantas y animales.
Tabernas y estancias de servicio completaban el conjunto.
A las estancias de servicio que estaban en la segunda planta, se accedían a ellas a través de una escalera que estaba en el patio.
Destacan sus decoraciones pictóricas y los imponentes alzados de sus muros, y columnas de más de cuatro metros de altura.