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Mezquita Catedral. Mezquita de Abd al-Rahman I
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Mezquita Catedral. Mezquita de Abd al-Rahman I. Columna estriadaMezquita Catedral. Mezquita de Abd al-Rahman I. CapitelMezquita Catedral. Mezquita de Abd al-Rahman I. Pilar
Mezquita Catedral. Mezquita de Abd al-Rahman I. Situación
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  • Cuando entramos por la Puerta de las Palmas (Mezquita Catedral. Puerta de las Palmas) al interior del edificio, a donde llegamos es hasta la nave central de la primitiva Mezquita de Abd al-Rahman I, la cual tras las sucesivas ampliaciones de que fue objeto ha terminado por ocupar un área inferior a la cuarte parte del total de la superficie construida.
  • A la muerte de Abd al-Rahman I, en 788, la fábrica de la Mezquita se encontraba casi al completo y fue su hijo, Hisham I, quien durante su mandato (788-796) se encargó de finalizar el inacabado patio y de construir el primer alminar.
  • El resultado fue un templo de once naves longitudinales en sentido Norte-Sur, siendo la central más ancha y las dos de los extremos más estrechas que las otras ocho. Cada una de ellas se dividía, a su vez, en doce tramos.
  • Aunque ha existido la teoría de que en un primer momento estaba formada por sólo nueve naves y las dos exteriores habían sido un añadido posterior, las últimas intervenciones arqueológicas se han encargado de asegurar la existencia de once naves en la construcción inicial.
  • La construcción de éstas se realizó de forma perpendicular al muro de la quibla, lugar donde se encuentra el mihrab. Esta perpendicularidad ya existía en la Mezquita de al-Aqsa, en Jerusalén, terminada en el año 710, y es diferente a la solución adoptada en la Mezquita de los Omeyas, en Damasco, finalizada en 705, en donde las naves se sitúan de forma paralela a ella y de donde era originario Abd al-Rahman I.
  • Tanto la quibla como el mihrab originales desaparecieron con los sucesivos alargamientos de las naves, siendo trasladada su localización cada vez más hacia el Sur, dentro de la primera y segunda ampliaciones, permaneciendo en el mismo lugar tras la tercera y última de ellas.
  • Fueron necesarias un total de 142 de columnas para la construcción original. Existe una gran disparidad de ellas, así como de sus capiteles y basas, dado que la mayoría están tomadas de anteriores construcciones romanas y visigodas de la ciudad de Córdoba. Aunque la mayoría de las basas son visibles en la actualidad sobre el pavimento de piedra, en el momento de su construcción podían quedar cubiertas por el suelo original, formado éste por un recubrimiento de argamasa de cal que se extendía sobre tierra compactada.
  • Los arcos bicolores, en los que se van alternando las dovelas de piedra caliza y las formadas por conjuntos de tres ladrillos rojizos.
  • Al haber querido darle una mayor altura al edificio, sobre cada columna se construyó un gran pilar rectangular. Éstos lograban tener una mayor sección al apoyarse en los modillones de rollo que partían de los cimacios situados sobre los capiteles de las viejas columnas visigodas o romanas. De estos pilares, parten los arcos de medio punto que sirven de sostén al muro divisor de la techumbre de cada nave y por el que discurre el canal de desagüe del tejado a dos aguas.
  • Todos estos elementos representan un gran peso y fuerza sobre las aparentemente frágiles columnas y es aquí donde aparece unas de las genialidades de la Mezquita de Abd al-Rahman I; se trata de la colocación de arcos de herradura por debajo de los arcos de medio punto que, sin tener ninguna misión de sostenimiento, actúan como tirantes de hierro o madera. Se trata de una solución similar a la de algunos acueductos romanos, en particular del acueducto de los Milagros, en Mérida, en el que también se reforzaron los pilares con arcos de tirante, o entibo, en los que igualmente se alternan las dovelas de piedra y de ladrillo. La gran y sorprendente diferencia es que, mientras los romanos iban situando los elementos más livianos según se iba progresando en altura, algo totalmente lógico, en la Mezquita la solución adoptada es la contraria. Los elementos de mayor sección y peso son los situados más arriba, una solución ilógica en la arquitectura clásica, pero motivada por la voluntad de poner a disposición de los fieles el mayor espacio posible en la sala de oración. Aunque la medida tomada por el arquitecto pueda parecer disparatada, mil doscientos años de historia nos indican lo acertado de sus cálculos.
  • En el siglo XVIII y ante el temor de un posible incendio, se sustituyeron los techos originales por bóvedas encamonadas.
  • A principios del siglo XX, en 1919, el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco (Burgos, 1843 - Madrid, 1923), en colaboración con el escultor Mateo Inurria (Córdoba, 1867 - Madrid, 1924), realizó una reconstrucción de ellos que podemos contemplar en la nave central, por la cual que hemos entrado. Se trata de una ornamentación en la que se suceden diferentes cintas y lazos de distintos colores (negro, oro, rojo y verde).

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Página confeccionada por Francisco Miguel Merino Laguna
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