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Antonio Machado. Palacio de Jabalquinto - BaezaAntonio Machado. Fuente de Tíscar - Quesada
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  • Antonio Cipriano José María Machado Ruiz nació en Sevilla, 26 de julio de 1875.
  • Poeta, dramaturgo y narrador español, poeta emblemático de la Generación del 98.
  • Realiza sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza y posteriormente completa sus estudios en los institutos San Isidro y Cardenal Cisneros.
  • Realiza varios viajes a París, donde conoce a Rubén Darío y trabaja unos meses para la editorial Garnier.
  • En Madrid participa del mundo literario y teatral, formando parte de la compañía teatral de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza.
  • En 1907 obtiene la cátedra de Francés en Soria.
  • En diciembre de 1907, al cerrarse la pensión en la que vivía Machado, los huéspedes se trasladaron a un nuevo establecimiento sito en la entonces llamada plaza de Teatinos. En la nueva pensión, regida por Isabel Cuevas y su marido Ceferino Izquierdo, sargento de la Guardia Civil jubilado, quiso el destino que el poeta conociera a Leonor Izquierdo, la hija mayor, y aún apenas una niña de trece años. El embeleso de Machado fue tan intenso que por primera vez quizá en su vida se mostró impaciente, y cuando tuvo la certeza de que su amor era correspondido acordó el compromiso con la madre de Leonor. Había pasado poco más de un año, y los novios aún tuvieron que esperar otro hasta que ella alcanzase la edad legal para casarse. Y así, el 30 de julio de 1909 se celebró la ceremonia en la iglesia de Santa María la Mayor de Soria. Hace un mes que Leonor ha cumplido los quince y el poeta ya tiene treinta y cuatro. Y contra todo pronóstico, el matrimonio fue modelo de entendimiento y felicidad, hasta tal punto que la novia se apasionó por el trabajo del poeta con toda la ilusión de su juventud. Así lo han referido todos los testigos de este episodio de la vida de Antonio Machado.
  • Tras un viaje a París con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para estudiar filosofía con Bergson y Bédier, fallece su mujer Leonor Izquierdo, fallecida de tuberculosis en Soria la noche del 1 de agosto de 1912 - con la lleva casado tres años - a la edad de 18 años (Machado tenía 37 años) y este hecho le afecta profundamente. Esta pérdida, causó en Machado tal impacto y desolación que solicitó un traslado para intentar alejarse del dolor del pasado. Dijo: "hubiera preferido mil veces morirme a verla morir". La pérdida de su "niña", como la llamaba, pues se llevaban 19 años de edad, motivó que el profesor pidiese traslado con la esperanza de ser destinado a Madrid.
  • Su hermano Manuel había intentado semanas antes conseguirle un puesto cerca de Madrid. Pide ayuda en una carta a don Francisco Giner de los Ríos, pero el maestro, ético e insobornable, le contesta con un lacónico: “Ni puedo ni debo”. Al no haber plaza en Madrid (su destino prioritario), Machado llega por primera vez a Baeza (Jaén) a finales de octubre de 1912, a quinientos cincuenta kilómetros al sur de Soria, enterrada la esposa hacía apenas tres meses. De todos los destinos que don Antonio Machado hubiera deseado tras su decisión de abandonar Soria tras la muerte de su esposa Leonor Izquierdo es probable que Baeza figurara entre los últimos. Él que habría preferido cualquier ciudad más próxima a Madrid, rompeolas de todas las Españas, que es la capital donde a lo largo de su vida se sentiría más vinculado.
  • Don Antonio, en aquel vagón de tercera, bajó La Mancha, cruzó Despeñaperros y se apeó en la estación Baeza Empalme, hoy conocida como Linares-Baeza. Un tranvía eléctrico lo sube por el abierto valle del Guadalimar hasta las planicies de La Yedra y de allí a la vieja ciudad de Baeza encaramada sobre una loma en el centro geográfico exacto de la provincia de Jaén.
  • Recién llegado, después del duro viaje, el poeta se instala en una habitación del Hotel Comercio, la número 15 del primer piso con vistas al Palacio de los Salcedo y tras deshacer su eximio equipaje visita el Instituto General y Técnico (actual IES Santísima Trinidad), ubicado en el magnífico edificio de la Antigua Universidad. En él pregunta a una sirvienta por el director y esta le contestó:

    En la Agonía, señor. El director está en la Agonía.

    El poeta, turbado por la noticia, apenas atina a decir:

    ¡Cuánto lo siento! Me temo que he llegado en un mal momento...

    La sirvienta, al comprender el equívoco, replica con una escondida sonrisa:

    Quiero decir que el director está en el café de la Agonía. De tertulia, como cada tarde.

    El casino al que apodaban "La Agonía" porque sus componentes, casi todos labradores, pasaban el tiempo augurando ruinas por el mal estado de las cosechas y la falta de lluvias.
  • Toma posesión de la cátedra de Lengua francesa en el Instituto General y Técnico (actual IES Santísima Trinidad), ubicado en el magnífico edificio de la Antigua Universidad, el 1 de noviembre, siendo director del mismo Leopoldo de Urquía Martín, un viejo conocido de la familia Machado, hasta su fallecimiento el 26 de julio de 1915. Donde continúa impartiendo francés entre 1912 y finales de noviembre 1919.
  • Pero el ansiado regreso a su tierra («Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla…») no parece producir la esperada impresión en el abatido ánimo del poeta.
  • Al mes de vivir en la ciudad, el 5 de diciembre, le detalla sus primeras impresiones a su «buen amigo» José María Palacio, quien inmediatamente las inserta en un artículo suyo (Soria, juzgada desde lejos), aparecido en El Porvenir Castellano del 5 de diciembre. Pese a tener el doble de habitantes que Soria, unos 16.000, Baeza carece para el poeta de vida intelectual: "Esta tierra es casi analfabeta. Soria es Atenas comparada con esta ciudad donde ni aun periódicos se leen. Aparte de esto, que es suficiente y aun sobrado, la gente es buena, hospitalaria y amable. Las únicas preocupaciones son aquí la política y el juego; inquietudes espirituales, no existen; afán de cultura, tampoco".
  • En parecidos términos, se dirige a Miguel de Unamuno, escribe siete meses después de llegar: "A primera vista parece esta ciudad mucho más culta que Soria, porque la gente acomodada es infinitamente discreta, amante del orden, de la moralidad administrativa y no faltan gentes leídas y coleccionistas de monedas antiguas. En el fondo no hay nada"; "Esta Baeza, que llaman Salamanca andaluza, tiene un Instituto, un Seminario, una Escuela de Artes, varios colegios de segunda enseñanza, y apenas sabe leer un treinta por ciento de la población"; e insiste "No hay más que una librería donde se venden tarjetas postales, devocionarios y periódicos clericales y pornográficos. Es la comarca más rica de Jaén y la ciudad está poblada de mendigos y de señoritos arruinados en la ruleta (…) Una población rural, encanallada por la Iglesia y completamente huera";
  • De esos días es otra carta que remite a José Ortega y Gasset y donde dice: “Yo empiezo a trabajar con algún provecho. Desde hace poco empiezo a reponerme de mi honda crisis que me hubiera llevado al aniquilamiento espiritual. La muerte de mi mujer me dejó desgarrado y tan abatido que toda mi obra quedó truncada”. Y añade: “Como la poesía no puede ser profesión sin degenerar en juglaría, yo empleo las infinitas horas del día en esta población en labores varias”.
  • Otra carta de esas mismas fechas confiesa a Juan Ramón Jiménez ¿Cuándo dejó Baeza de ser una ciudad para ser un poblachón moruno?.
  • En aquella ciudad “entre andaluza y manchega”, al año de llegar escribe Poema de un día. Meditaciones rurales, que comienza así:

    Heme aquí ya, profesor
    de lenguas vivas (ayer
    maestro de gay-saber,
    aprendiz de ruiseñor)
    en un pueblo húmedo y frío,
    destartalado y sombrío…

  • Machado tachó a Baeza de “pobre y señora” y a Úbeda de “reina y gitana”. Con aquellos versos hacía ganar a la segunda en importancia y desparpajo, mientras condenaba a la ciudad donde ahora residía a una opacidad que probablemente se había ganado a pulso.
  • No obstante, el poeta parece reconocer que es la muerte de Leonor la que no le permite opinar objetivamente de una ciudad a la que acaba de incorporarse:

    ¿Será porque se ha ido
    quien asentó mis pasos en la tierra,
    y en este nuevo ejido
    sin rubia mies, la soledad me aterra?
    (CXLI)

    Una ciudad y un paisaje que, cuando se vaya, siente sin embargo que echará de menos:

    ¡Campo de Baeza,
    soñaré contigo
    cuando no te vea!
    (CLIV, IV)

  • Un creciente apego a las capas más desfavorecidas de la sociedad que –según los estudiosos de la obra machadiana– tiene su reflejo literario en una notable simplificación del lenguaje poético, visible en sus Nuevas canciones, escritas íntegramente en Baeza.

    Pero ¿qué vitalidad es la de un pueblo que se muere? Con los dos tercios de nuestro territorio sin cultivar; la cifra máxima europea de emigración desesperada; la mínima de población, ¿hablamos todavía de confianza en nuestra vitalidad, en nuestra fuerza prolífica y en nuestro porvenir? ¿No es absurdo hablar de confianza? Nuestro punto de partida ha de ser una "irresignación desesperada".

  • Comienza además la redacción de Los complementarios, un extenso cuaderno de teoría literaria, definido por el autor como una serie de «borradores y apuntes impublicables, escritos desde el año 1912 en que fui trasladado a Baeza, hasta el 1.º de junio de 1925» (p. 243)., inaugura sin darse cuenta al principio un nuevo ciclo creador que acabará consagrándolo como uno de los grandes poetas españoles. “La imagen poética no debe estar al servicio de conceptos, de ideas, sino expresar y transmitir la emoción de lo hondamente sentido e intuido”, lo llamará él.
  • Durante los dos primeros años de estancia en Baeza, Antonio Machado reside solo, todavía sin su madre, doña Ana Ruiz, en el hoy desaparecido Hotel Comercio, la única hospedería que había en toda la ciudad, situada en la calle San Pablo. El hotel está convertido hoy en viviendas y solamente se conserva su fachada. Hasta su desaparición, se conservó la habitación tal como la ocupara el poeta, la número 15 del primer piso, cuyo balcón daba al frente del Palacio de los Salcedo y permitía divisar Sierra Mágina hacia poniente.

  • Machado llevó una vida monótona en Baeza. El estudio y la preparación de sus clases eran compaginados con la escritura y sus dos aficiones, "pasear y leer". Únicamente lo salvaban del hastío la tertulia en la rebotica de la farmacia de don Aldolfo Almazán, farmacéutico y compañero de claustro, y algún que otro viaje.
  • Muchas tardes doña Ana Ruiz disfruta de meriendas y remembranzas en compañía de las dos hijas del director amigo de la familia Don Leopoldo de Urquía, Francisca y María del Reposo, una joven de la misma edad que Leonor, con quien incluso se le llega a achacar un secreto interés sentimental.
  • Según cuentan, Machado fue un profesor benevolente y que hacía lo posible por no suspender a sus alumnos. Cada día, sorprendía a sus alumnos con algo distinto, buscando siempre el dinamismo y evitar las típicas clases aburridas sin apenas interacción entre profesor y alumno. De esta forma, solía invitar a las clases a algunos profesores y amigos suyos para romper con la rutina.
  • El poeta jiennense Rafael Laínez Alcalá era un niño cuando recibió clases de don Antonio. Lo recuerda “llenos los ojos de lejanía, inmóvil”. Cuando evoca las clases que recibió del maestro su escritura quiebra en emoción: “Comenzaba la clase de francés. Leíamos algún texto en prosa. Recuerdo uno de Victor Hugo, que aquel día me tocó leer a mí. Nos corregía la pronunciación. Salía él a la pizarra para aclarar voces y especificar diptongos. Don Antonio leía correctamente el texto con lentitud; repetíamos alguno de nosotros. Había ternura en la clase, ninguno de nosotros armábamos el runrún o el jaleo que se armaba en otras, ni tampoco nos provocaba el miedo que nos producían otros profesores (…) Todavía conservo el papel con las correcciones mínimas que me hizo con su propia pluma...”.
  • Sólo suspendió a un alumno. En el tribunal de exámenes Antonio Machado nunca se sentaba en el centro, aunque le correspondiera presidir el tribunal, por estar lo más cerca posible de los alumnos. De esta manera conseguía hablar tan bajo con el examinado que el resto del tribunal no se enteraba, por lo que aprobaba a todos. En una ocasión, un alumno que hacía la prueba de Historia de la Literatura en España, para su desgracia, en lugar de acercarse a don Antonio se quedó frente al tribunal. De esta forma Machado se vio obligado a preguntarle en voz alta, no contestando el alumno ninguna de las cuestiones planteada. En un intento desesperado por salvarlo le dijo "¿Quiere decirnos algo sobre Cervantes?". La respuesta del ignorante colegial fue: "No me suena", por lo que tuvo que ponerle un suspenso.
  • Don Antonio era un profesor serio y tierno a la vez de torpe aliño indumentario. Según sus alumnos, su sola presencia era suficiente para que se hiciera el silencio a su paso entre las algarabías estudiantiles. Así, en sus clases no se armaba el jaleo que con otros profesores ni provocaba el miedo que infundían otros compañeros del poeta. El profesor Machado tenía andar torpe, avanzaba a pasos ranqueantes, apoyando en fuerte cayada rústica e iba siempre vestido de negro. Su atuendo estaba compuesto de grandes zapatos, largo abrigo de cuello de astracán, camisa blanca de cuello de pajarita y grueso nudo de corbata negra; negro el sombrero blando, mal colocado siempre. A don Antonio nunca le faltaba el tabaco y por los restos de ceniza que se le caían en la ropa sus alumnos lo apodaron "Manchado" y "Ceniciento".
  • Más o menos por aquella época Machado escribió: “Un hombre mal vestido, pobre y desdeñado, puede ser un sabio, un héroe, un santo; el birrete de un doctor puede cubrir el cráneo de un imbécil”. Aquellas palabras encierran, sin pretenderlo, otro retrato suyo.
  • Durante siete largos años los paseos de don Antonio que acostumbraba, terminado de comer, a caminar hasta las afueras de la ciudad, allí donde Baeza se asoma al valle del Guadalquivir.

    Por estos campos de la tierra mía,
    bordados de olivares polvorientos,
    voy caminando solo,
    triste, cansado, pensativo y viejo.

    O

    Sobre el olivar,
    se vio la lechuza
    volar y volar.
    Campo, campo, campo.
    entre los olivos,
    los cortijos blancos.
    Y la encina negra,
    a medio camino
    de Úbeda a Baeza.

    O

    CAMINOS

    (…) De la ciudad moruna
    tras las murallas viejas,
    yo contemplo la tarde silenciosa,
    a solas con mi sombra y con mi pena.

    El río va corriendo,
    entre sombrías huertas
    y grises olivares,
    por los alegres campos de Baeza

    Tienen las vides pámpanos dorados
    sobre las rojas cepas.
    Guadalquivir, como un alfanje roto
    y disperso, reluce y espejea. (…)

  • Cuenta su alumno Rafael Laínez "solíamos encontrar a don Antonio, solo las más de las veces, sentado bajo el olmo de la Puerta del Conde o en alguno de los bancos que, más lejos, se apoyan en la espalda de la Plaza de Toros, allí por el Egido.".
  • En 1913, acompañado por su entonces alcalde Miguel Salcedo, Machado visita Jimena –una pequeña población a unos 25 km al sur de Baeza, en plena Sierra Mágina– junto a Juan Camps, Adolfo Almazán y el pintor Florentino Soria. Conoce el llamado «Paraje de Cánava», sube al cerro Aznaitín.

    ¡Montes de Cazorla,
    Aznaitín y Mágina!
    (CLIV, I)

    En el Aznaitín afila
    su cuchillo la tormenta.
    (II)

  • Es en la etapa baezana cuando aprende a valorar lo rural frente a sus antiguos anhelos urbanos "en general me agrada más lo popular que lo aristocrático social y más el campo que la ciudad".
  • En octubre de 1913, Ortega y Gasset lo anima a formar parte de la Liga de Educación Política Española.
  • Colabora asimismo en numerosos diarios y revistas –particularmente de Soria y Madrid–, entre los que resalta el semanario reformista Idea Nueva, fundado en Baeza en 1914.
  • El inquebrantable sentido de la obligación, el acusado deber por el trabajo, lo llevó a aceptar a partir de 1915 el cargo de vicedirector del instituto. Se conoce su compromiso laboral, su puntualidad y benevolencia con los alumnos. En su expediente se dice que solo cuatro veces faltó durante sus siete años de ejercicio docente a las reuniones de claustro. Participó, a pesar de su desafección por esta metodología, de todos los tribunales de exámenes, de todas las comisiones a las que fue convocado, de todos los trámites administrativos a los que estaba obligado por su cargo. Su formación en la Institución Libre de Enseñanza, su adhesión sin grieta alguna a los postulados del malagueño Giner de los Ríos y a su mano derecha Manuel Bartolomé Cossío lo llevó a pensar, como aquellos, que la tarea más urgente de España era llevar a las escuelas rurales a los mejores maestros. Machado fue uno de ellos, pero habría preferido, para qué negarlo, que ese anhelo hubiera caído en otras vocaciones más capaces y decididas.
  • En 1915, esta vez con su hermano Manuel, Rafael Laínez y varios amigos de Baeza, se desplaza a la Sierra de Cazorla, parece que con el propósito de llegar al nacimiento del Guadalquivir. De Baeza a Cazorla, pasa por Torreperogil y Peal de Becerro.

    ¡Torreperogil!
    ¡Quién fuera una torre, torre del campo
    del Guadalquivir! (I)

    A dos leguas de Úbeda, la Torre
    de Pero Gil, bajo este sol de fuego,
    triste burgo de España. (Los olivos, II)

    El carricoche lento,
    al paso de dos pencos matalones,
    camina hacia Peal. Campos ubérrimos. (Los olivos, II)

  • Aplacada la primera sensación de doloroso «exilio», se impone ahora combatir esa gris «monotonía / que mide un tiempo vacío». Con este fin, en 1915, comienza la carrera de Filosofía y Letras, como alumno libre, en la Universidad de Madrid –una vez al año, se desplaza a la capital para examinarse–, que termina en 1918.
  • A mediados de febrero de 1915, publica un emotivo artículo homenaje al recientemente fallecido Francisco Giner de los Ríos, así como un breve texto (apenas dos cuartillas) escrito para el primer aniversario de "Idea Nueva" y aparecido el día 11:

    En esta bella ciudad, entre moruna y manchega, en cuyas piedras venerables se lee un pasado glorioso, en esta noble Baeza, de vieja tradición intelectual, hacía falta un periódico, y ustedes, mis queridos amigos, han sabido crearlo.

  • El 8 de junio de 1916, terminado el cuarto curso que imparte en Baeza, Machado recibe la visita de un viejo camarada. El profesor salmantino Martín Domínguez Berrueta, al más puro estilo de la Institución Libre de Enseñanza, llega a Baeza en compañía de sus alumnos de Teoría de la Literatura y de las Artes, matriculados en la Universidad de Granada. Entre ellos destaca un joven de dieciocho años llamado Federico que ya entonces sobresale por su habilidad como pianista, un encanto abrasador y una cabeza llena de ensoñaciones y bulanicos. El encuentro entre ambos determina el acercamiento del joven a la poesía. En ese primer encuentro Federico interpreta piezas en el piano del casino y don Antonio recita versos suyos y de Rubén Darío.
  • Un año después, en mayo de 1917, Martín Domínguez Berrueta regresa a Baeza y Federico es ya un joven con un puñado de versos dentro. Esa tarde don Antonio lee fragmentos de La tierra de Alvargonzález y Lorca interpreta al piano La danza de la vida breve de Manuel de Falla.

    La Tierra de Alvargonzález de Antonio Machado

    Los Asesinos

    (…)
    Se acercaban a la fuente.
    El agua clara corría,
    sonando cual si contara
    una vieja historia, dicha
    mil veces y que tuviera
    mil veces que repetirla.
    (…)


  • A finales de verano de 1917, visita el santuario de la Virgen de Tíscar, a unos 14 km de Quesada:

    En la sierra de Quesada
    hay un águila gigante,
    verdosa, negra y dorada,
    siempre las alas abiertas.

    […]
    Y allí donde nadie sube,
    hay una virgen risueña
    con un río azul en brazos.
    Es la Virgen de la Sierra.
    (Viejas canciones, IV)

  • Datan también de esta etapa los «elogios» dedicados, entre otros, a Giner de los Ríos, Ortega y Gasset, Rubén Darío, Azorín o Gonzalo de Berceo, en los que el autor sigue el modelo lírico iniciado en Campos de Castilla con los dos poemas a Unamuno y Juan Ramón Jiménez.
  • En 1917 escribe Páginas escogidas. Madrid: Casa Editorial Calleja (1.ª ed.)
  • En 1917 escribe Poesías completas de Antonio Machado. Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes (1.ª ed.)

    Caminante, son tus huellas
    el camino, y nada más;
    caminante, no hay camino,
    se hace camino al andar.

  • En 1918, Federico García Lorca recordará el encuentro con el maestro en Impresiones y paisajes, versos que dedica a María del Reposo, la hija de don Leopoldo Urquía, director del instituto baezano, y probable amor secreto de don Antonio aquellos años.
  • En 1919 escribe Soledades, galerías y otros poemas. Madrid: Calpe. Colección Universal; n.º 27 (2.ª ed.)
  • El 7 de septiembre de 1919, solicita traslado al Instituto General y Técnico de Segovia, que le es concedido el 30 de octubre. A finales de noviembre, deja Baeza.
  • Durante los años que pasa en Segovia colabora en la universidad popular fundada en dicha ciudad.
  • En 1927 ingresa en la Real Academia y un año después conoce a la poetisa Pilar de Valderrama, la "Guiomar" de sus poemas, con la que mantiene relaciones secretas durante años.
  • Durante los años veinte y treinta escribe teatro en colaboración con su hermano Manuel.
  • En la Guerra Civil Machado no permanece en Madrid ya que es evacuado a Valencia en noviembre de 1936.
  • Participa en las publicaciones republicanas y hace campaña literaria.
  • Colabora en Hora de España y asiste al Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura.
  • En 1939 marcha a Barcelona, desde donde cruza los Pirineos hasta Coillure. Allí fallece al poco tiempo de su llegada. Murió en Coillure, Francia, 22 de febrero de 1939. Tres días después muere su madre Ana Ruiz en la misma habitación de hotel dónde estaba con su hijo Antonio Machado.
  • El 4 de febrero de 2019, fue nombrado hijo predilecto de Baeza.

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Página confeccionada por Francisco Miguel Merino Laguna
Ver 2-20042301