Para proteger la cabeza de posibles golpes y cortes durante la batalla.
Los caballeros usaban un yelmo cilíndrico que cubría toda la cabeza.
Menos sofisticados y resistentes eran los cascos empleados por la infantería. Su menor poder económico les obligaba a usar cascos metálicos cónicos, con protección nasal, de menor calidad.
Los menos pudientes se las arreglaban con capacetes de cuero acolchado.