Sólo los cuatro muros y la torre quedan hoy de ella.
Su primitiva erección rornánica, en el siglo XII, queda reflejada en la puerta de acceso, muy bien conservada por haber estado protegida por un atrio durante varios siglos.
Al haberse trasladado dicho atrio a la ermita que en la parte baja del pueblo cumple hoy las funciones de parroquia, esta puerta románica, de gran interés artístico, corre grave peligro de deterioro.
Se trata de una gran puerta de arcos semicirculares con algunos dibujos geométricos.
Bajo corrida imposta de entrelazos dobles, aparecen a cada lado un par de capiteles en los que se muestran algunas figuras del acervo mitológico de tradición muy primitiva.
Se distingue, especialmente bien trabajado, un capitel de entrelazo que pertenece claramente a la tradición islámica y que se repite, entre otros sitios, en la Alhambra de Granada y en el claustro de Silos: evidencia de su sentido simbiótico y de cruce de caminos. En Labros alcanza, pues, su más alta expresividad.
Bajo los capiteles, sendas columnas con pies tallados.
La torre de la iglesia es un gran ejemplar de planta cuadrada, toda ella construida con grisácea piedra sillar bordeada a trechos de cornisas, coronada de grandes gárgolas en forma de leones en sus remates esquineros.
Un reloj de sol grabado en piedra de la torre
Un escudete con la fecha de 1548 en una esquina tallado
Su interior aparece en ruinas, vacío.
Antiguos cronistas describen minuciosamente el retablo que fue mayor hasta 1500, en que se cambió por otro nuevo, y que estaba dedicado a Santiago Apóstol, patrón de la parroquia. En él se veían varias pinturas sobre tablas y en el centro una talla del apóstol, todo ello en neto estilo gótico de tradición aragonesa.
Hace pocos años, todo cuanto de arte encerraba la iglesia fue vendido.