Para mantener la unidad de un Reino tan extenso y diverso, los soberanos musulmanes necesitaron mejorar su sistema de comunicaciones.
Para ello utilizaron las antiguas vías romanas y repararon puentes y caminos.
En tiempos del Califato de Córdoba (siglo X) se creó un servicio oficial de correos conectado con el norte de África, con una red de estafetas que, para el descanso de los jinetes y cambio de monturas, actuaban también como posadas.
Los correos viajaban en mulas e iban protegidos por un escolta, que solía ser un esclavo veloz y resistente.
Los hispanomusulmanes fueron expertos productores de pergamino, pero pronto empezaron a fabricar papel.
En las calles de las ciudades era frecuente encontrar estudiantes escribiendo cartas y documentos a cambio de unas monedas.