Es el primer puente que se encuentra viniendo desde la Plaza de Santa Ana.
Es uno de los pocos en pie que quedan de los numerosos pasos que jalonaban el Río Darro a su paso por la ciudad, hasta la construcción de los embovedados modernos.
Consta de un sólo arco, ligeramente rebajado, con rosca de ladrillo y un alto pretil de mampostería y encintados de ladrillo.
Su nombre se debe a don Pedro Cabrera y Jaques de Mansilla, comendador de Ocaña, que fue teniente del Generalife.
Como el cercano Puente Espinosa, pudo haberse construido al tiempo de la remodelación urbana de la Carera del Darro, a principios del siglo XVII, tras el estallido de un polvorín junto a la Iglesia de San Pedro, en 1590.