Esta fortaleza, que sirvió como lugar fortificado a la población medieval de Castro el Viejo, era ya conocida por fuentes documentales que nos informan de su existencia, al menos desde la segunda mitad del siglo XIII, y nos indican que continuó habitada y dirigida por alcaides nombrados por el concejo de Córdoba hasta mediados del siglo XVI.
En un primer momento, tras la conquista, el castillo, al igual que el propio lugar de Castro el Viejo, perteneció al rey Alfonso X quien lo donó en 1269 a Fernán Alfonso de Lastres, comendador de la Orden Militar de Santiago, en compensación por los servicios militares prestados durante la conquista. A finales del siglo XIII el hijo de Fernán Alfonso, Gonzalo de Lastres, llamado El Cautivo, se vio obligado por su condición de prisionero a vender el castillo para así adquirir su liberación. El nuevo propietario fue un personaje ilustre, Pay Arias, alcalde de Córdoba, y señor de Espejo.
El castillo era un poblado situado en alto a manera de fortaleza estratégica en la frontera castallano nazarí.
La fortaleza habría sido de construcción cristiana, a finales del siglo XIII, con planta trapezoidal y torres angulares de planta cuadrangular.
Desde finales del siglo XV, el despoblamiento fue continuado y finalmente abandonado el lugar a finales del siglo XVI tras las reiteradas quejas de sus moradores acerca del mal estado del castillo, pasando a formar parte de los bienes de propios de la ciudad de Córdoba, hasta que en el siglo XIX, como consecuencia de las medidas desamortizadoras, acabase siendo vendido a particulares.
Del castillo queda hoy en pie la torre del homenaje, parte de otra torre en la esquina NE. y restos de los muros perimetrales; en el patio se localiza un pequeño aljibe.
Al este se extiende lo que parece ser un segundo patio que podría haber servido como albacara.