Proviene de la lengua árabe y significa el capitán o el que manda.
Durante la Edad Media, el rey, ya fuera cristiano o musulmán, designaba a una serie de funcionarios que en ocasiones pertenecian a la baja nobleza de las ciudades, para otorgar y guardar el mando en su ausencia de villas, aldeas, ciudades, castillos, fortalezas, plazas fronterizas e incluso cárceles.
Estos funcionarios podían ostentar más de un cargo a la vez.