Del género Solanum dentro de la familia de las solanáceas
Nombre que según la creencia proviene del vocablo persa بادنجان bādinyān, que luego pasó al árabe con una muy ligera variación, باذنجان bādhinyān, y de ahí al español.
Su cultivo es antiquísimo, desde más del 2000 a. C. y existen innumerables documentos escritos donde sitúan su origen en el sudeste asiático.
Los datos más antiguos que se conocen la establecen en el estado de Assam (al noreste de la India), Birmania y en China.
Llevada por comerciantes árabes pasó al norte de África y más tarde, en la Edad Media, entró a Europa por la España musulmana, desde donde se extendió su cultivo por los países cálidos del Mediterráneo.
Es muy posible que por desconocimiento de cómo tratar culinariamente a la berenjena o por utilizar especies no comestibles causó problemas digestivos, creándose una mala fama.
Durante los primeros siglos de la entrada a Europa existió la creencia de que su consumo provocaba múltiples enfermedades como fiebre, epilepsia y la locura, por lo que la planta fue utilizada durante tiempo como un adorno decorativo y exótico y no como un alimento.
El famoso botánico sueco Carlos Linneo le puso su actual nombre científico Solanum melongena.
La primera documentación sobre la berenjena en lengua castellana se encuentra en el libro llamado Cancionero de Baena (del siglo XV) donde cita sus usos y virtudes.
Fue introducida en América por los españoles.
Allí donde se produce es muy consumida.
Los mayores productores mundiales de berenjena son China e India.
También se produce en Japón y en diversos países del Mediterráneo como España, Italia y Grecia.
Su planta presenta tallo erecto, velludo y ramificado.
Es siempre espinoso
Con una altura que varía entre los 3 y los 6 dm.
Es frágil y se parten con facilidad, si no está entutorado, cuando se carga de frutos.
Las hojas son enteras, grandes y con el envés cubierto de una vellosidad grisácea; las nervaduras de las hojas tienen pequeñas espinas.
Las flores son grandes y de color violeta de 5 cm de ancho en promedio, tienen forma de estrella.
Flor estrellada de 5 puntas
El cáliz de la flor perdura y crece junto al fruto, envolviéndolo por su parte inferior.
Es una planta muy exigente en luminosidad, requiere de 10 a 12 horas de luz.
Soporta bien las temperaturas elevadas siempre que haya una humedad adecuada y es muy sensible al frío, temperatura mínima biológica (10 a 12 °C) y la máxima (40 a 45 °C), la humedad relativa óptima oscila entre el 50% y el 65%.
La semilla para la siembra se extrae de los frutos maduros.
El ciclo de la berenjena suele durar de nueve a diez meses; desde que se planta hasta que se inicia la recolección suele transcurrir 100 a 125 días, según variedades y época del cultivo.
Los pueblos de habla inglesa la conocen como planta de los huevos (eggplant) por la forma de sus primeras variedades introducidas del tipo ovigerum, que tenían forma de huevo.
La pulpa tiende a oxidarse en pocos minutos en contacto con el aire cambiando de color, tornándose más morena.
El fruto, comestible, es una baya de 5 hasta 30 cm de longitud de forma esférica, oblonga o alargada en la mayoría de los casos, con una piel lisa, brillante y de colores diversos según la variedad, la más común es la de color morado al madurar, pero existen blanca, púrpura, negra, amarilla y roja o de colores mezclados, sobre todo blanco, morado y verde.
La pulpa es consistente, de textura esponjosa, de color blanco, tiene cierto sabor amargo, presenta pequeñas semillas de color amarillo.
Se encuentra todo el año al ser cultivado en época de bajas temperatura en invernadero.
En la piel del fruto se han identificado antocianinas (flavonoides), pigmentos que le confieren el color morado.
Su conservación debe ser en un lugar refrigerado hasta su consumo y debe consumirse lo más pronto posible (aguanta poco más de diez días), ya que el fruto pronto desarrolla manchas pardas y empieza a amargar. No obstante existen procedimientos de escabechado que permiten prolongar este periodo por un año, es muy popular en la cocina española y su producto final son las berenjenas de Almagro.
Su valor energético y nutritivo es pequeño comparado con otras frutas, verduras y hortalizas.
Contiene escasas vitaminas, hidrocarbonos, proteínas y minerales, siendo el componente mayoritario en su peso el agua, en un 92% de su composición.
El mineral más abundante es el potasio y en pequeñas cantidades fósforo, calcio, magnesio y hierro.
Tiene vitaminas A, B1, B2, B3, C y folatos.
Es de medio contenido fibroso pero repartido más en piel y semillas. Su contenido calórico es casi inexistente.
Las berenjenas contienen unas sustancias como las aminas (serotonina y tiramina) que en algunas personas sensibles les puede provocar reacciones alérgicas con dolores de cabeza.
Ciertos flavonoides (pigmentos de la piel) de la berenjena tienen propiedades antioxidantes, por lo que se recomienda en la prevención de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer.
El fruto contiene asimismo estatinas que se emplean para el tratamiento de las dislipemias (problemas con las grasas) como la hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia y otras.
Ayuda a reducir el colesterol y a prevenir la arteriosclerosis.
También reduce los niveles de glicemia, lo cual es beneficioso para los diabéticos
La pasta de la fruta machacada se utiliza como bálsamo aplicado a la piel quemada por el sol.
También se cree que calma los dolores reumáticos.
Está extendida la falsa creencia de que la berenjena cruda es tóxica.
La berenjena contiene un alcaloide glucosilado, la solasonina, en cantidades demasiado bajas para tener efecto tóxico. Al igual que otros alcaloides similares, como la solanina de las patatas verdes y la tomatina de los tomates, la solasonina no se destruye con la cocción, por lo que la berenjena cruda y la cocinada tienen la misma toxicidad (es decir, ninguna).