Enriscada en las alturas de uno de los barrancos más recónditos de la sierra.
Se corresponde con un asentamiento del Neolítico Medio donde predominan los restos cerámicos y líticos.
Del sexto mileno Antes de Cristo.
La cueva se abre, levemente en la base de un farallón calizo y está muy alterada por desprendimientos que han desvirtuado su antigua distribución. A pesar de ello, se distinguen tres pequeñas salas de suelos inclinados, que no pasarán de 70 metros cuadrados de superficie total, donde habitó una pequeña comunidad que se puede situar en el Neolítico Medio, fechándose grosso modo en la primera mitad del IV milenio a. C.
Se han encontrado en ella muestras cerámicas y líticas.