Durante el siglo XVII proliferan en toda Andalucía los Vía Crucis.
Cuando
en 1922 los arqueólogos de la Junta Superior de Excavaciones y
Antigüedades llega a Villanueva de la Reina siguiendo el trazado de la
Vía Augusta, se encuentran con los vestigios de uno de estos Vía Crucis y
lo describen así: El Calvario está constituido por tres elementos
diferentes: uno, la cruz que se elevó en el pueblo, cuyo estilo no
concuerda en modo alguno con el de la cruz de los ganchos; otro el de
las restantes cruces, que son sumamente toscas, pues consisten en lajas
de piedra arrancadas de la cantera y sin labrar las caras para formar
los planos, que por toda su indicación de su destino tienen uno de los
lados un pequeño rebajo rectangular, y dentro de él una tosca cruz. La
pobreza del pueblo de Villanueva de la Reina hace dos siglos justifica
la tosquedad de estas cruces, y si la del comienzo del Calvario es de
otro estilo, lo justifica el que fue donativo y el hallarse dentro de la
población.
Ésta es la cruz que se conserva en la población a la que se refieren los arqueólogos de 1922.