Con el ocaso de la casa de Austria, la ropa cortesana de la mujer se somete al dictado de la moda francesa.
Los cónicos y rígidos verdugados perduran hasta casi la mitad del siglo dando paso al guardainfantes de origen francés.
Los enormes "cuellos" de encajes o "lechuguillas", comunes en hombres y mujeres y tan criticados por Quevedo y tan habituales en los cuadros del Greco, obligaron al peinado femenino a construirse hacia arriba, predominando el pelo rizado.
Un paseo por la pintura de Velázquez y Claudio Coello permite hacerse una idea bastante completa de los usos y costumbres indumentarios de las mujeres de la realeza y la nobleza antes de la instauración de los borbones en la corte española.