Es un juguete especialmente popular en las épocas anteriores a la aparición de los automóviles.
Los niños jugaban a montar un caballo construido con un palo recto de madera al que se le unía una pequeña figura representando la cabeza de un caballo (de madera, de cartón o de un tejido prensado).
En ocasiones se le añadían unas riendas.
En el extremo inferior del palo a veces se colocaba una rueda pequeña.