Edificada en la primera década del siglo XVI, fue morada de Don Francisco de Vago, Camarero del Obispo Don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce.
Edificada con piedra vista compuesta por buena sillería.
De portada adintelada destaca la existencia -enmarcados por alfiz gótico- de dos espléndidos tenantes, grotescas figuras conocidas como «salvajes» que sostienen una láurea con las armas episcopales del Obispo.
En un pequeño escudo aparte los nexos FI.SE.
Estos tenantes cautivos, o salvajes, imágenes tan habituales en la arquitectura local de las primeras décadas del siglo, aparecen como elementos simbólicos referenciales a la antigüedad del linaje.
Signo de vetustez, la figura del salvaje nos remonta a la etapa legendaria del origen del hombre, etapa mitológica de los primeros moradores en cuyas génesis se pierden los orígenes del linaje familiar como muestra palpable de una nobleza notoria.
Sólo tiene una pequeña ventana sobre la portada con rejería de época.