María de los Dolores Torres y Rodríguez nació en el seno de una acomodada familia de Jaén el 18 de Abril de 1901.
Hija de Don Serafín de Torres Hoyos y Doña Carmen Rodríguez de Gálvez y Bonilla, hermana del marqués de Mondéjar, Don Lorenzo Rodríguez de Galvez y Bonillas.
Por parte de padre estuvo emparentada (sobrina) con Don Ramón Rodríguez de Gálvez, profesor de la Universidad de Granada, abogado y sacerdote que llegaría a ocupar el cargo de deán de la catedral de Jaén.
Recibió una esmerada educación, como correspondía a una niña de su clase social.
Inició estudios en el colegio de las Carmelitas, manifestando desde muy pequeña dotes especiales para la música.
Entre sus primeros profesores tuvo al maestro de la catedral de Jaén, Joaquín Reyes el Ciego, organista de la Santa Capilla de San Andrés.
De él aprendió a tocar la guitarra, la mandolina, la bandurria y el laúd.
Estudió piano, para el que tenía dotes especiales, con Don Antonio Piedra Guardia, destacado violinista que perfeccionó su carrera en Madrid y Londres.
También sería discípula de Emilio Cebrián Ruiz el Maestro Cebrián director de la Banda Musical de Jaén y famoso compositor de marchas militares y pasodobles.
Consolidó sus estudios con el Diploma del Conservatorio Oficial de Música de Córdoba en 1941 que le reconocía los méritos suficientes para dedicarse a la docencia, siéndole concedido el premio extraordinario de su promoción.
Más tarde perfeccionaría sus conocimientos en la ciudad de Barcelona y en el Real Conservatorio de Madrid.
Fue profesora de música y canto en la Sección Femenina de Jaén durante la dictadura de Franco
El Ayuntamiento de la capital la designaría como profesora de la Escuela Municipal de Canto.
En ella impartía clases a los alumnos que no recibían esa formación en las escuelas públicas.
Docente también de Institutos Públicos de Enseñanza Media, obtuvo una de las primeras plazas como profesora de piano cuando se creó el Conservatorio de Música de Jaén.
Fundó el Coro Polifónico de Santa Cecilia, con una selección de cuarenta alumnos procedentes de distintas escuelas de la capital.
Con este grupo participó en distintos concursos musicales, destacando el premio concedido en el Certamen de Habaneras y Polifonía de la ciudad de Torrevieja (1967).
Se preocupó especialmente por recuperar las tradiciones folclóricas de la provincia, siendo una de las primeras mujeres que se dedicó a conservar la memoria de las tradiciones musicales de Jaén.
Recorriendo la geografía giennense, reunió para sus alumnos la música y las canciones típicas tradicionales, cuidando que su interpretación mantuviera la pureza y el espíritu que había sido trasmitido en ellas a través del tiempo.
Con el material obtenido escribió el Cancionero Popular de Jaén.
Llegó a reunir un cuantioso conjunto de canciones tradicionales, abarcando desde villancicos y canciones religiosas a canciones infantiles, melenchones y todo tipo de manifestaciones populares relacionados con la música.
Fue premiado por el Instituto de Estudios Jiennenses en el año 1955 y publicado en 1972, cuando ya había fallecido su autora.
Su legado cultural y la pervivencia de su obra como folclorista se conserva y se mantiene en la Asociación Provincial de Coros y Danzas Lola Torres, nacida a mediados del siglo XX.