Se supone que nació en Paredes de Nava (Palencia), aunque es también posible que lo hiciese en Segura de la Sierra (Jaén), cabeza de la encomienda que administraba el maestre don Rodrigo, su padre, y principal estancia de los Manrique.
También se suele afirmar que nació entre la segunda mitad de 1439 y la primera de 1440, pero lo único cierto es que no nació antes de 1432, cuando quedó concertado el matrimonio de sus padres, ni después de 1444, cuando Rodrigo Manrique, muerta doña Mencía, madre de Jorge Manrique y natural de Segura de la Sierra, pidió dispensa para casarse de nuevo.
La misma indeterminación existe en torno a su infancia, que quizá transcurrió en Segura de la Sierra, y su juventud, hasta 1465, año en que un documento le cita por vez primera.
Lo que es seguro es que asumió por completo la línea de actuación política y militar de su extensa familia castellana: como sus demás parientes, fue partidario de combatir a los árabes y también participó en las intrigas y luchas en torno a la subida al trono de los Reyes Católicos.
Su padre, Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, que era maestre de la Orden de Santiago fue uno de los hombres más poderosos de su época y murió víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro en 1476.
Estudió Humanidades y las tareas propias de militar castellano.
Su tío, Gómez Manrique, era también poeta eminente y autor dramático, y no faltaron en su familia otros hombres de armas y letras.
La familia de los Manrique de Lara, una de las más antiguas y nobles de España, poseía algunos de los títulos más importantes de Castilla como el Ducado de Nájera, el Condado de Treviño y el Marquesado de Aguilar de Campoo, sin que faltasen eminentes Príncipes de la Iglesia.
Jorge Manrique se casó en 1470 con la hermana de su madrastra, doña Guiomar.
Fue pronto caballero de la Orden de Santiago y miembro de su capítulo general.
A los 24 años participa en los combates del asedio del castillo de Montizón (Villamanrique. Ciudad Real), donde ganará fama y prestigio como guerrero. Consiguiendo así ser comendador del Castillo de Montizón que incluía Chiclana de Segura y Castellar como territorios cedidos por Fernando III a la Orden.
Su mote era ni miento ni me arrepiento.
Permaneció un tiempo preso en Baza cuando intentaba tomar dicha ciudad, en donde murió su hermano Rodrigo.
Se enroló después con las tropas del bando de Isabel la Católica en la lucha dinástica contra Juana la Beltraneja.
En 1477 luchó en Baeza al lado de Juan de Benavides, familia ligada
de antiguo a los Manrique, enfrentándose a Diego Fernández de Córdoba.
En 1479 fue uno de los capitanes designados por los Reyes Católicos
para combatir contra el Marqués de Villena, contrario a ellos.
Dentro de la guerra civil existente en aquel momento, en una escaramuza cercana al castillo de Garcimuñoz en Cuenca, defendido por el Marqués de Villena, fue herido de muerte en 1479, probablemente hacia la primavera. ...le firieron de muchos golpes, e murio peleando cerca de la puertas del castillo de Garcimuñoz... (Crónica de los Reyes Católicos). Como con el nacimiento, hay distintas versiones sobre el suceso: algunos cronistas coetáneos como Hernando del Pulgar dan testimonio de que murió en la misma pelea, frente a los muros del castillo. Otros, como Jerónimo Zurita, sostuvieron con posterioridad (1562) que su muerte tuvo lugar días después de la batalla, en Santa María del Campo de Rus (Cuenca), donde estaba su campamento. Rades de Andrada señaló cómo se le encontraron entre sus ropas dos coplas que comienzan ¡Oh mundo!, pues que me matas.
Fue enterrado en el monasterio de Uclés, cabeza de la orden de Santiago.
Pocas semanas después, Isabel la Católica triunfaría y acabaría la guerra civil.
Señor de Belmontejo, comendador de Montizón, Trece de Santiago, duque de Montalvo por concesión aragonesa y capitán de hombres de armas de Castilla.
Su hijo Luis Manrique fue su sucesor entre 1480 - 1513 como comendador de la orden, siendo muy joven acudió a Roma para defender el cobro de los impuestos de la Encomienda.
Fue más un guerrero que escritor, pese a lo cual fue también un insigne poeta, considerado por algunos como el primero del Prerrenacimiento. El idioma español sale de la Corte y de los monasterios para encontrarse con el autor individual que, frente a un hecho trascendental de su vida, resume en una obra todo el sentir de su corta existencia.
Su obra poética no es extensa, apenas unas 40 composiciones.
Se suele clasificar en tres grupos: amoroso, burlesco y doctrinal.
Son, en general, obras satíricas y amorosas convencionales dentro de los cánones de la poesía cancioneril de la época, todavía bajo influencia provenzal, con un tono de galantería erótica velada por medio de finas alegorías.
Destaca las Coplas por la muerte de su padre. En ellas Jorge Manrique hace el elogio fúnebre de su padre, Don Rodrigo Manrique, mostrándolo como un modelo de heroísmo, de virtudes y de serenidad ante la muerte. El poema es uno de los clásicos de la literatura española de todos los tiempos. Lope de Vega llegó a decir de ella que «merecía estar escrita en letras de oro».
Sus recursos métricos se limitan al uso reiterado de la canción, la copla real, la copla castellana, la copla de pie quebrado, la esparza (una sola estrofa que condensa un pensamiento artísticamente expresado) y la copla de arte menor.
La rima, en ocasiones, no está muy cuidada.
No abusa del cultismo y prefiere un lenguaje llano frente a poetas como Juan de Mena y el Marqués de Santillana y, en general, de la lírica cancioneril de su tiempo. Hay incluso vulgarismos, que dan un aire de sencillez y sobriedad, y que los hace encajar perfectamente en las técnicas retóricas y juegos de palabras típicos de los poetas cuatrocentistas.