El nombre de este navegante puede traducirse como
Cristóbal: el que lleva a Cristo, Colón: Espíritu Santo o paloma, de
ahí que en la firma de Colón anterior a 1492 se lee Xpo ferens
("portador de Cristo"), que podría hacer referencia a la Orden de
Cristo, a la que el pudo haber pertenecido.
La teoría más nombrada por los historiadores sostiene que Colón sería la castellanización del italiano Cristoforo Colombo.
Era hijo de Domenico Colombo, tejedor y luego comerciante, y de Susana Fontanarossa.
Se introdujo en la navegación a temprana edad.
Entre 1474 y 1475 habría viajado a la isla de
Quíos, posesión genovesa en el mar Egeo, como marino y probablemente
también como comerciante.
La historia más fidedigna y documentada de
Cristóbal Colón comienza en 1476, cuando alcanza a nado las costas portuguesas del Algarveal parecer víctima del naufragio de un combate naval entre mercantes y
corsarios (el corsario Casenove).
Desde allí partió a Lisboa, buscando la ayuda de
su hermano Bartolomé (del que se sabe tan poco como del mismo
Cristóbal, aparte de que también fue a Portugal, viviendo allí, y de
que era versado en cosmografía y navegación, ayudando a Cristóbal en
sus viajes), y de otros conocidos.
Además de Bartolomé, podría haber tenido otros
tres hermanos (aunque también en esto discrepan los historiadores):
Giovanni Pellegrino, Giacomo y su hermana Bianchinetta. Otras fuentes
solo citan a hermanos mayores que Colón (que murieron) y a sus dos
hermanos menores, Bartolomé y Diego.
Hasta 1485 vive en Portugal como agente de la
casa Centurione de Madeira, realizando numerosos viajes con destinos
variados, incluida Génova e Inglaterra, donde visitó Irlanda y viaje en
el cual podría haber llegado a Islandia, escuchando leyendas de un
camino hacia tierra nueva (Terra Nova) viajando hacia el oeste.
En 1479 contrajo matrimonio con doña Felipa
Perestrelo e Moniz, hija del colonizador de las islas Madeira,
Bartolomé de Perestrello, probablemente en Lisboa.
En 1480 tienen a su único hijo, Diego Colón.
Colón empezó a idear su plan de llegar a Cipango
(el moderno Japón) y a las tierras del Gran Khan navegando hacia
Occidente. Es difícil estimar en qué momento nació el proyecto, pero
puede fecharse después de su matrimonio y antes de 1481.
Probablemente tuvo conocimientos de los informes
del matemático y médico florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli sobre la
posibilidad de llegar a las Indias por el oeste, redactados a
instancias del rey de Portugal, interesado en el asunto.
Una carta de Toscanelli a Colón iba acompañada de
un mapa en que se trazaba el trayecto a seguir al oriente asiático,
incluidas todas las islas que se suponían debían estar en el trayecto.
Este mapa y las noticias de Toscanelli estaban basadas principalmente
en los viajes de Marco Polo. Señalaba este último que entre el extremo
occidental de Europa y Asia la distancia no era excesiva, estimando
unas 6.500 leguas marinas el espacio entre Lisboa y Quinsay, y desde la
legendaria Antilia al Cipango solo 2.500 millas, lo que facilitaba la
navegación.
Los libros que se conservan de la biblioteca de
Colón aportan luz sobre lo que influyó en sus ideas, por su costumbre
de subrayar los libros, y se deduce que los más subrayados serían los
más leídos. Entre los que tienen más anotaciones están el Tractatus de
Imago Mundi de Pierre d"Ailly, la Historia Rerum ubique Gestarum de
Eneas Silvio Piccolomini, y especialmente Los Viajes de Marco Polo, que
le dieron la idea de cómo era el oriente que soñaba encontrar.
La idea de Colón, se basaba en que la Tierra
tenía una circunferencia de 29.000 km, según la "medición" de Posidonio
y la medida del grado terrestre de d"Ailly, sin considerar que éste
hablaba de millas árabes y no italianas, que son más cortas, de modo
que cifraba esa circunferencia en menos de tres cuartas partes de la
real, que por otro lado era la aceptada científicamente desde tiempos
de Eratóstenes. Como resultado de lo anterior, según Colón, entre las
Canarias y Cipango debía haber unas 2.400 millas marinas, siendo 10.700
en la realidad. Para mostrar su proyecto, dibujó un mapa, basado en el
de Toscanelli, que incluía numerosas islas en el camino que harían más
fácil la navegación.
Por 1483 ó 1484 presentó este proyecto ante el rey Juan II de Portugal, siendo rechazado.
Muriendo Felipa en enero de 1485, momento éste en que Cristóbal
abandona Portugal, se dirigió con su hijo Diego Colón al puerto de Palos de la Frontera (Huelva).
En el vecino monasterio de La Rábida, hizo amistad con fray Antonio de Marchena, a quien confió sus planes.
Fray Antonio lo apoyó y recomendó a fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel I.
Colón se dirigió a la corte, establecida por
entonces en Córdoba, entablando relaciones con importantes personajes
del entorno real.
Si bien el Real Consejo rechazó su proyecto,
consiguió, gracias al valimiento de Talavera, ser recibido, en enero de
1486, por la reina Isabel, a quien expuso sus planes.
La reina se interesó por la idea, pero quiso que,
previamente, un consejo de doctos varones, presidido por Talavera,
diera un dictamen sobre la viabilidad del proyecto, mientras asignaba a
Colón, pobre de recursos, una subvención de la corona.
El Consejo se reunió en la Universidad de
Salamanca y, basándose en la circunferencia aceptada de la Tierra desde
Eratóstenes, que era de 252.000 estadios (tomando el estadio egipcio,
tendría un error del 1% sobre la medida aceptada ahora de 40.000 km)
dictaminó que la distancia que había a las verdaderas Indias era
excesiva, y determinó la viabilidad del proyecto cómo absolutamente
imposible. También parece que las exigencias económicas y políticas
exigidas por Colón eran muy altas, como se vio en las Capitulaciones de
Santa Fe.
La reina llamó entonces a Colón, diciéndole que,
aunque tenía asuntos más urgentes que atender (la conquista de
Granada), no descartaba totalmente su plan.
Mientras el navegante esperaba, se vio en la necesidad de vender mapas y libros para sobrevivir.
Conoció en esa época a la cordobesa Beatriz
Enríquez de Arana, que fue madre de su hijo Fernando (había enviudado
hacía tiempo, pero no contrajo nuevo matrimonio).
Colón pasó nuevamente a Portugal a intentar suerte pero, sin resultado.
Talavera le recomendó ofrecer su proyecto al duque de Medinaceli, quien se mostró interesado.
Sin embargo, al ser consultada la reina, mandó a
llamar a Colón dándole la promesa de ocuparse de su plan tan pronto
como se terminara la conquista de Granada.
En diciembre de 1491, Colón llegaba al campamento
real de Santa Fe de Granada. Su proyecto fue sometido a una nueva
junta, convocada por la reina, pero nuevamente se rechazó. Parte
importante de la oposición era por las exigencias desmedidas de Colón.
En esos momentos intervinieron Luis de Santángel
y Diego de Deza, quienes ganaron para su causa al rey consorte de
Castilla, Fernando, consiguiendo su apoyo.
En el transcurso de las negociaciones, Colón
rebajó sus exigencias, comprometiéndose a aportar parte del dinero y a
dirigir la expedición, lo que constituía una garantía.
Las negociaciones entre Colón y la Corona se
realizaron a través del secretario de la Corona de Aragón, Juan de
Coloma y de fray Juan Pérez, en representación de Colón. El resultado
de las negociaciones fueron las Capitulaciones de Santa Fe, del 17 de
abril de 1492.
Por este documento Colón obtenía las siguientes prebendas:
El título de Almirante en todas las tierras que
descubriese o ganase en la mar Océana, con carácter hereditario y con
el mismo rango que el Almirante de Castilla.
El título de Virrey y Gobernador General en todas
las islas o tierras firmes que descubriera o ganara en dichos mares,
recibiendo el derecho de proponer ternas para el gobierno de cada una
de ellas.
El diezmo (diez por ciento) del producto neto de
la mercadería comprada, ganada, hallada o trocada dentro de los límites
del Almirantazgo, quedando un quinto para la corona.
La jurisdicción comercial de los pleitos
derivados del comercio en la zona de su almirantazgo, según
correspondiese a tal oficio.
El derecho a contribuir con un octavo de la expedición y participar de las ganancias en esa misma proporción.
Las Capitulaciones fueron firmadas en Santa Fe de
Granada el 30 de abril de 1492, concediendo además a Colón el título de
Don y haciendo hereditario el título de Virrey.
Se despacharon diversas cédulas para la
organización del viaje. Según una de ellas, Colón sería Capitán Mayor
de la Armada, constituida por tres navíos. Otra cédula decía que los
vecinos de Palos debían proporcionar dos carabelas equipadas y
tripuladas.
Cuando Colón llegó a al puerto de Palos, se
encontró con la oposición de los vecinos, que desconfiaban del extraño.
También hubo problemas en el reclutamiento de marineros, pero los
religiosos de La Rábida lograron solucionarlo, al poner en contacto a
Colón con Martín Alonso Pinzón, destacado navegante local, que apoyó la
posibilidad del viaje, contra lo que la gente pensaba del proyecto.
Sus Naves
La Niña
Carabela de Velas latinas
Desplazamiento 52,72t.
Eslora 21,44m.
Manga 6,44m.
Calado 1,78m.
Tripulación 20 hombres.
Pertenecía a los hermanos
Niño, de ahí su nombre.
Se fabricó en la villa de Moguer (Huelva) y por ello su
tripulación durante la travesía colombina era mayoritariamente
moguereña.
Las velas carecían de rizos, por lo que no
tenían sistema de cabos que permitiera reducir la superficie en caso de
fuerte viento.
Las jarcias que sostenían los palos estaban enganchadas
en los costados del buque.
Carecía de castillo de proa
mientras que el alcázar era bastante pequeño.
Es posible que, durante
el primer viaje, fuera convertida en Carabela de velas
cuadradas durante la escala en Canarias.
Formó parte de las tres
primeras expediciones de Colón recorriendo en el transcurso de tales
viajes más de 25.000 millas náuticas.
Como anécdota hay que señalar que
“La Niña” fue capturada por los corsarios berberiscos a la vuelta del
segundo viaje. La reacción de la tripulación permitió liberar la
embarcación que regresó a Cádiz para intervenir en el tercer viaje.
La Pinta
Fue alquilada por Colón a Gómez Rascón
y Alonso Quintero.
Carabela nórdica de velas cuadradas con un
velamen muy sencillo.
Desplazamiento 50t.
Eslora de 18,25 a 23,60m.
Manga de 5,80 a 6,30m.
Calado de 1,60 a 1,85m.
Tripulación 25 hombres.
Los palos de mesana y mayor iban aparejados con
una vela cuadrada de grandes dimensiones, en tanto que el trinquete
portaba una vela latina.
La principal característica de esta carabela
era su velocidad, hasta el punto que Colón, en su diario de a bordo
hacía referencia a que en una noche había navegado a 15 nudos. Una
milla de entonces equivale a 0,8 millas náuticas actuales por lo que su
velocidad sería de unos 11 nudos, la misma que un carguero medio de la
actualidad.
La Santa María
Carraca (nao en el lenguaje náutico español de la
época).
Eslora 23,60m.
Manga 7,92m.
Calado 2,10m.
Tripulación 39 hombres.
Armamento 4 bombardas de 90 mm; culebrinas de 50 mm; ballestas y espinardas sin determinar.
Con sus tres palos era una carraca menor.
Construida, al
parecer, en Santander, en 1480 y propiedad de Juan de la Cosa.
De acuerdo con
las normas de estiba de entonces, la “Santa María” podía llevar una
carga de 106 t de la época (51 t actuales).
En el palo mayor aparejaba
dos velas cuadradas: la mayor con una cruz roja en el centro y una vela
de gavia.
El trinquete portaba una sola vela cuadrada y el palo de
mesana aparejaba una vela triangular latina.
Del bauprés colgaba una
vela de cebadera.
Se perdió en aguas del Caribe
durante el primer viaje.
Primer viaje
Finalizados todos los preparativos, la expedición
zarpó de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492, con las
carabelas "La Pinta" y "La Niña", y con la nao "Santa María".
Hasta
el 6 de septiembre estuvo en las Islas Canarias, concretamente en La
Gomera (visitando a Beatriz de Bobadilla, gobernadora de la isla) y en
Gran Canaria, arreglando el timón de La Pinta, y sustituyendo sus velas
triangulares originales por unas cuadradas, lo que la convirtió en la
carabela más rápida de la flotilla.
El 12 de octubre, cuando la
tripulación ya estaba inquieta por la larga travesía sin llegar a
ninguna parte, el grumete Rodrigo de Triana, dio el famoso grito de:
Tierra a la vista.
Llegaron a una isla llamada Guanahani, a la que
rebautizó San Salvador, en el archipiélago de las Bahamas (según los
estudiosos de Cristóbal Colón, alteró su diario de navegación para
hacer coincidir su llegada a América, que el creía que eran las Indias
Orientales, el mismo día de la Virgen del Pilar).
También
desembarcó en la isla de Cuba y la de La Española. En esta, el 25 de
diciembre de 1492, se hundió la nao capitana, la "Santa María". Sus
restos fueron usados para construir el Fuerte de La Navidad,
constituyendo así, el primer asentamiento español en América.
Las dos
carabelas, al mando de Colón, regresaron al puerto de Palos el 15 de
marzo de 1493.
El día 3 de Abril 1493, Colón fue recibido por el Rey
Fernando el Católico en Barcelona para recibir el anuncio del mal
denominado "descubrimiento".
Segundo viaje
25 de septiembre de 1493 - 11 de junio de 1496
Se
realizó para explorar y colonizar los territorios a los que había
llegado.
En este viaje desembarca en la isla de Puerto Rico el 19 de
noviembre.
En su segundo viaje a la isla La Española, observó el
eclipse lunar del 14 al 15 de septiembre de 1494, y comparando las
horas del comienzo y fin del mismo con las registradas en las
observaciones de Cádiz y Sao Vicente (Portugal) dedujo definitivamente
la esfericidad de la Tierra ya descrita por Tolomeo.
Tercer viaje
30 de mayo de 1498 - 25 de noviembre de 1500
En
este viaje parte desde Sanlúcar de Barrameda capitaneando seis barcos y
llevando consigo a Bartolomé de Las Casas, quien después proporcionaría
parte de las transcripciones de los Diarios de Colón.
La primera
escala la realiza en la isla portuguesa de Porto Santo de donde
procedía su mujer.
De allí partió hacia Madeira y llegó el 31 de julio
a la isla Trinidad.
Desde el 4 de agosto al 12 de agosto el exploró el
golfo de Paria el cual separa Trinidad de Venezuela.
En su
reconocimiento de la zona llegó hasta el río Orinoco, navegó por las
islas de Chacachare y Margarita y renombró Tobago (Bella Forma) y
Granada (Concepción).
Inicialmente, describió las tierras como
pertenecientes a un continente desconocido para los europeos, pero
luego se retrajo y dijo que pertenecían a Asia.
El 19 de agosto
retornó a La Española para encontrar que la mayoría de los españoles
allí asentados estaban descontentos, al sentirse engañados por Colón
sobre las riquezas que encontrarían.
Colón intentó repetidas veces
pactar con los sublevados, los taínos y los caribes.
Algunos de los
españoles que habían retornado se encargaron de acusar a Colón en la
corte de mal gobierno.
Los reyes enviaron a La Española al
administrador real Francisco de Bobadilla en 1500, el cual a su llegada
(23 de agosto) detuvo a Colón y a sus hermanos y los embarcó hacia
España.
Colón rehusó que se le quitaran los grilletes en todo su viaje
a España, durante el cual escribió una larga carta a los Reyes
Católicos.
Al llegar a España el recuperó su libertad, pero había perdido su prestigio y sus poderes.
Cuarto viaje
11 de mayo de 1502 - 7 de noviembre de 1504.
Exploró
las costas de los actuales Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá,
así como el golfo de Urabá en la actual Colombia.
Desde el golfo de
Urabá intentó retornar a la Hispaniola, pero una tormenta lo hizo
desembarcar en Jamaica donde permaneció hasta 1504.
Los viajes menores o andaluces
Pese a la intención de Colón de reservarse el
monopolio de la conquista y colonización de las tierras a las que había
llegado, la corona no tenía esas ideas.
De esta forma capituló, negoció
las condiciones de nuevos viajes, cuyo objetivo era "descubrir" tierras
desconocidas para los europeos, y en ningún modo colonizarlas.
Estos
viajes se desarrollaron entre 1499 y 1519.
En 1499 Alonso de Ojeda y Américo Vespucci (el que a la
postre daría el nombre al continente) llegan hasta Venezuela,
recogiendo noticias sobre riquezas. Estas noticias fueron investigadas
por otros marinos que al final encontraron depósitos de perlas. Su
intento de evadir el puerto andaluz para no declarlas les costó una
condena.
En el mismo año, 1499, V. Y. Pinzón se convirtió en el primer
europeo en llegar al río Amazonas.
Estos viajes si bien fueron
limitados en sus objetivos, aportaron gran información a la Corona.
Su muerte
El 19 de mayo de 1506, un día antes de su muerte
en Valladolid.
Cristóbal Colón redacta su testamento ante Pedro de
Inoxedo, escribano de cámara de los Reyes Católicos.
Como
testamentarios y cumplidores de su alma dejó a su hijo Diego Colón, a
su hermano Bartolomé Colón y a Juan de Porras, tesorero de Vizcaya.
En
ese documento aparece citado como Almirante, Virrey y Gobernador de las
islas y tierra firme de las Indias descubiertas y por descubrir.
El testamento dice:
"Yo
constituí a mi caro hijo don Diego por mi heredero de todos mis bienes
e ofiçios que tengo de juro y heredad, de que hize en el mayorazgo, y
non aviendo el hijo heredero varón, que herede mi hijo don Fernando por
la mesma guisa, e non aviendo el hijo varón heredero, que herede don
Bartolomé mi hermano por la misma guisa; e por la misma guisa si no
tuviere hijo heredero varón, que herede otro mi hermano; que se
entienda ansí de uno a otro el pariente más llegado a mi linia, y esto
sea para siempre. E non herede mujer, salvo si non faltase non se
fallar hombre; e si esto acaesçiese, sea la muger más allegada a mi
linia."
De donde se entiende que tiene dos hijos, Diego y
Fernando, siendo el heredero el primogénito, por supuesto, según la
costumbre al uso. Cita otros hermanos después de Bartolomé, nombrando
solo más tarde en el texto a su hermano Diego como perteneciente a la
iglesia. No nombra en el texto ningún otro hermano.
Cita también
en el testamento la poca cantidad (un cuento de maravedíes) que los
Reyes Católicos pusieron para la empresa del descubrimiento, debiendo
él mismo poner una cantidad para el viaje.
Cita también a doña
Beatriz como la madre de Fernando, lo que atestigua que nunca se
casaron, dejando dicho a su hijo Diego que nunca nada le faltare por
razones que pesaban en su alma.
Muere con unos 55 años el siguiente día.
Tras
su muerte, se lleva a cabo en su cuerpo el proceso llamado
descarnación, mediante el cual se quita toda la carne de los huesos.
Se
le enterró inicialmente en Valladolid y posteriormente fue trasladado
al Monasterio de la Cartuja en Sevilla.
Por deseo de su hijo Diego,
vuelve a ser trasladado más tarde a Santo Domingo en 1542.
Tras
la conquista de la isla de Santo Domingo en 1795 por los franceses, se
trasladan sus restos a La Habana, y tras la guerra de la independencia
de Cuba en 1898, se vuelven a trasladar a la Catedral de Sevilla, donde
reposan en un suntuoso catafalco.