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Yacimiento del Cerro de la Encina
Poblaciones, Prehistórico
Desde el pueblo de Monachil se toma un sendero señalizado que conduce al yacimiento.
Las campañas
de excavación realizadas en la meseta central del yacimiento
han permitido construir una matriz organizada en dos periodos
culturales y ocho fases constructivas.
El primer periodo de
ocupación perteneciente a época argárica
queda estructurado como sigue: las tres primeras fases corresponderían
a fines del Bronce Antiguo y fundamentalmente al Bronce Medio,
y las dos siguientes al Bronce Tardío, que marcarían
un periodo de ocupación ininterrumpida entre el 2000
y el 1450 a.C.
El segundo de los periodos culturales perteneciente
al Bronce Final del Sureste quedaría estructurado en
tres fases, la primera correspondiente a un momento avanzado
del Bronce Final Antiguo y las dos siguientes al Bronce Final
Pleno.
El Cerro de la Encina se sitúa sobre la margen
derecha del Río Monachil, que es uno de los valles de
acceso a Sierra Nevada.
El asentamiento se extiende por una
amplia cumbre fuertemente escarpada y perfectamente individualizada
de su entorno más inmediato. Posee, por tanto, una importante
situación estratégica tanto en relación
con el control del acceso a Sierra Nevada y a sus importantes
recursos, especialmente mineros y pastizales, como por sus defensas
naturales que dificultan y limitan fuertemente el acceso al
interior del asentamiento.
Además tanto por sus grandes
dimensiones, características urbanísticas como
por los importantes ajuares que acompañan a los enterramientos
puede considerarse como el asentamiento central de la Vega de
Granada.
En líneas generales la ocupación argárica
se organiza a partir de la secuencia de hasta tres grandes recintos
defensivos que se suceden en el tiempo y que se sitúan
en la meseta central del poblado, zona caracterizada por su
inaccesibilidad y por el perfecto control visual de su entorno
más inmediato. Las zonas de hábitat se localizan
en las laderas y mesetas contiguas de tal forma que la fortificación
se convierte en el elemento central entorno a la que se articula
el hábitat. Este modelo claramente diferenciado de lo
que sucede en otras regiones argáricas y que se repite
en poblados como la Cuesta del Negro (Purullena, Granada) ha
sido definido como característico del Grupo Granadino
de la Cultura de El Argar. En relación con el poblado
la excavación de la terraza que bordea el yacimiento
por su lado suroeste nos ha permitido definir sus características
urbanísticas que responden al esquema clásico
de la cultura argárica: aterrazamientos artificiales
realizados mediante la construcción de muros que van
escalonando las pendientes y creando de esta forma plataformas
sobre las que se sitúan viviendas de varias habitaciones
que presentan plantas rectangulares o pseudo rectangulares.
En cuanto a la necrópolis, siguiendo igualmente la norma
argárica, las sepulturas se sitúan en el interior
del poblado debajo de los suelos de habitación. El sistema
de enterramiento más habitual consiste en una inhumación
individual, doble o de forma más excepcional triple,
realizada en pozo con cuevecilla lateral excavada en la roca
y cerrada con un murete de mampostería o una laja de
piedra. No obstante también se han documentado sepulturas
en fosa simple o en cistas construidas con lajas de piedra.
Los cadáveres aparecen siempre en forma flexionada y
acompañados de ajuares funerarios cuya variabilidad en
su distribución (cuantitativa y cualitativa) marcan la
posición social de los individuos.
En
relación con el periodo de ocupación correspondiente
a la Cultura del Bronce Final del Sureste, las características
urbanísticas de estas nuevas poblaciones difieren sustancialmente
de las utilizadas en época argárica. Durante estos
momentos se abandona el sistema de aterrazamiento y la utilización
masiva de la piedra siendo los sistemas de construcción
netamente diferentes. El urbanismo se caracteriza por cabañas
de planta ovalada que aparecen situadas de forma dispersa adaptándose
a las características topográficas del yacimiento.
No obstante en los momentos recientes también se han
documentado estructuras de habitación de planta rectangular.
Los sistemas constructivos se caracterizan por zócalos
de piedra de escasa entidad sobre los que se alzan paredes de
barro y ramaje. Las techumbres estarían constituidas
por materiales orgánicos impermeabilizados con barro.
Estas cabañas poseen grandes dimensiones, no aparecen
compartimentadas y en algunas ocasiones presentan un revestimiento
interior de sus paredes o estructuras internas realizado con
placas de estuco amarillento de forma rectangular y decoradas
con motivos geométricos.