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Antiguo Casino de Artesanos
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Antiguo Casino de Artesanos
Edificio o casa, Siglo XVI
Antiguo Casino de Artesanos. FachadaAntiguo Casino de Artesanos. Portada y reja
  • Ubicado en la Calle Concepción número 5.
  • Fachada de piedra vista compuesta por buena sillería.
  • Fachada terminada en alero de piedra.
  • Portada de arco de medio punto.
  • Puerta de clavazón de doble hoja con portichuela.
  • Buena rejería en ventanas de planta baja.
  • Nada más llegar a la ciudad Antonio Machado e ir a presentarse al director del instituto en su domicilio. Al llegar, le dijeron que estaba en “la agonía” y Machado respondió: “cuánto lo siento”; hasta que le aclaran que se referían al Casino de los Artesanos. Al casino lo llamaban “la agonía”, porque sus componentes, casi todos labradores, pasaban el tiempo augurando ruinas por el mal estado de las cosechas y la falta de lluvias.
  • Fue un lugar de reunión para Antonio Machado. Es aquí donde, en una velada, se encuentra con un joven Federico García Lorca todavía más músico que escritor. El poeta granadino visita Baeza tanto en 1916 como 1917 como miembro del grupo de estudiantes de la Universidad de Granada que dirigía el profesor de Teoría de la Literatura y las Artes, Domínguez Berrueta. En una de sus dependencias tuvo lugar una velada en que Antonio Machado recitó para los viajeros versos de Rubén Darío y fragmentos de La Tierra de Alvargonzález, mientras que el joven estudiante Federico García Lorca tocó al piano piezas andaluzas como la Danza de la Vida Breve de Falla.
    La Tierra de Alvargonzález. Antonio Machado

    Los Asesinos

    (…)

    Se acercaban a la fuente.

    El agua clara corría,

    sonando cual si contara

    una vieja historia, dicha

    mil veces y que tuviera

    mil veces que repetirla.

    (…)

    Rafael Láinez, alumno aventajado de Antonio Machado, cuenta así lo ocurrido: haciendo una excepción imponderable en su modo de vivir silencioso y modesto, accedió a los ruegos del señor Berrueta:

    También recuerdo ahora que por aquellos años, acaso en la primavera de 1916, un día, al filo de las doce, vi a un grupo de forasteros acompañados por el arcipreste de la catedral baezana, don Tomás Muñiz de Pablos, que contemplaban la fachada del Seminario, antiguo Palacio de Jabalquinto […], cercano al Instituto. Me incorporé al grupo de turistas lleno de curiosidad y escuché a un grave señor una interesante lección de historia del arte baezano. Supe después que el grupo lo formaban estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada […] Entre los muchachos, […] iba Federico García Lorca, al que pocos años más tarde conocería en Madrid. Aquel día, ellos marcharon hacia la catedral y yo, venciendo mi curiosidad, me volvía al Instituto porque no quería perderme la clase de don Antonio. Al día siguiente, mi compañera Paquita de Urquía me dio noticias de los viajeros: que los acompañó toda la tarde y que en el Casino Antiguo –o de los señores– don Antonio había recitado fragmentos de La tierra de Alvargonzález y Federico había tocado el piano con mucha gracia.