Aunque Francia siempre se ha llevado los laureles como gran aliada de los colonos norteamericanos frente a Gran Bretaña, sobre todo por su participación en la batalla de Yorktown (1781), España tuvo un papel clave para que lograran su independencia.
El apoyo español nunca fue explícito, entre otros motivos porque temía que el fervor revolucionario y emancipador se contagiase a sus propias colonias en América, pero sí contribuyó con dinero, armas y mantas, así como permitiendo a los insurgentes navegar por el Misisipí y utilizar puertos españoles. Pero el episodio más destacado es, sin duda, la toma de Pensacola por el malagueño Bernardo de Gálvez.
España había perdido la Florida en 1763 en favor de Gran Bretaña, pero en Gálvez, gobernador de la Luisiana y nombrado mariscal de campo, se empeñó en recuperar al menos su parte occidental, de la que Pensacola era su principal bastión.
Tras barrer a los británicos del Misisipí y de Mobila (hoy Mobile, Alabama), desembarcó en 1781 en la isla de Santa Rosa, a la entrada del puerto de Pensacola. A pesar de que el capitán de navío José Calvo de Irazábal, que estaba al frente de la armada que iba con Gálvez, se negaba a entrar en la bahía por temor a los bancos de arena de la entrada y a los cañones británicos que la protegían, el malagueño decidió internares en ella, aunque fuera solo. «El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy delante con el Galveztown para quitarle el miedo», dijo desafiante.
Gálvez penetró triunfante en el puerto y, tras dos meses de duras batallas, recuperó Pensacola para España el 9 de mayo de 1781. Ello le hizo ganarse el lema de «Yo solo», que incorporó a su escudo y con el que ha pasado a la historia.
La gesta de Gálvez debilitó notablemente a los británicos en la guerra contra los colonos y supuso una gran ayuda para la causa de la independencia.