La cárcel, que entonces se encontraba en los sótanos, permaneció allí hasta 1821, año en que fue trasladada al Alcázar Cristiano.
En la década de los años 40 el Ayuntamiento vendió el edificio al empresario José Sánchez Peña, quien lo transformó en fábrica de sombreros y, años más tarde, pasó a ser mercado.
En su fachada muestra un gran escudo Real con un escudo de León a cada lado y sobre ellos corona la fachada un reloj.