También conocida como “”Casería de Navarrete”, en alusión al apellido de uno de los más antiguos propietarios de la finca, D. Fernando Navarrete.
Fue propiedad también del militar y arquitecto aficionado Rafael Sagrista Aguirre que la reformó a principios del siglo XX.
La casería se estructura en dos plantas, que se adaptan al terreno elevando una crujía y semienterrado su planta baja.
En una de las esquinas de la fachada se eleva un mirador, elemento característico de la arquitectura labriega jiennense.
Entre los elementos de interés encontramos un alero de grandes dimensiones, con canes de madera y tejadillos sobre alguno de los huecos; y los balcones de forja procedentes del edificio de las Antiguas Carnicerías de San Francisco.
En su interior las estancias se cubren con el tradicional forjado de vigas de madera con zapatas labradas y entrevigado de bovedillas de yeso.
Antiguamente rodeada de viñedos tuvo un lagar. En el siglo XIX el termino de Jaen producía en un quinquenio de 60.000 a 80.000 arrobas de vino cuando de aceite solo se producían de 10.000 a 12.000 arrobas. Las vides por entonces se distribuian a lo largo de todo el valle del Río Jaén, desde Puerto Alto por el Arroyo de los Naranjos, hasta Valparaiso, entre las Peñas de Castro y el Zumbel.
Los balcones de forja coronados en las esquinas con esferas de azofar procedentes de las Antiguas Carnicerías de la Plaza de San Francisco de Jaén.
También tienen bajo unos cipreses las basas y fustes de estilo toscano procedentes de las Antiguas Carnicerías de Jaén.
Las antiguas carnicerias, que vendiera el Cabildo de la Catedral en 1545 a la ciudad, fueron reformadas en 1549 según rezaba una cartela que se conservó cuando se demolieron en 1928 para edificar el antiguo edifico de Correos en tiempos de Carlos V. Tenia un patio empedrado al que daban las naves con tres arcos por lado que descansaban sobre capiteles, con las cabezas talladas de las reses que se sacrificaban, sobre aquellas columnas y basas.