Peso específico 2,65 constante; variable en variedades con compuestos agregados
Densidad 2,65
Punto de fusión 1650 (±75) °C
Solubilidad Insoluble al H2O
Es una variedad macrocristalina del cuarzo.
Su color violeta característico puede ser más o menos intenso, según la cantidad de hierro (Fe+3) que contenga.
Puede presentarse coloreada por zonas con cuarzo transparente o amarillo. Las puntas suelen ser más oscuras o degradarse hasta el cuarzo incoloro.
A pesar de que es muy resistente a los ácidos, la amatista es muy susceptible al calor. De hecho, al calentarla a más de 300 °C cambia su color a café pardo, amarillo, anaranjado o verde, según su calidad y lugar de origen:
450 °C: se vuelve amarilla
500 °C: toma un color anaranjado fuerte (amatista quemada)
600 °C: se vuelve muy lechosa
Estos cambios en la coloración se deben a los cambios en la valencia del hierro que contiene, entre otras cosas.
Se puede recuperar el color original de la amatista sometiéndola a irradiaciones.
Los principales yacimientos se encuentran en los Urales, Alemania, oeste de Australia, Zambia, Brasil, Uruguay, EE.UU., Canadá, India, Sri Lanka, Bolivia y en Túnez.
La amatista es la variedad del cuarzo más apreciada.
Las amatistas más perfectas se tallan para joyería, y el resto se utiliza para hacer objetos de arte.
Tradicionalmente, la amatista se incluía entre las piedras preciosas más valoradas (junto con el diamante, el rubí, el zafiro y la esmeralda).
El nombre amatista proviene del griego amethystos (no borracho), ya que esta piedra era considerada un potente antídoto contra la embriaguez.
Según la mitología griega, Dioniso, dios del vino y el desenfreno, pretendía a una doncella llamada Amethystos, la cual deseaba permanecer casta. La diosa Artemisa escuchó sus plegarias, y transformó a la mujer en una roca blanca. Dioniso, humillado, vertió vino sobre la roca a modo de disculpa, tiñendo así de púrpura los cristales.
La amatista se conoce desde hace miles de años, pues ya en el antiguo Egipto se utilizaba para crear joyas, sellos personales y tallas.
En la Edad Media, el cristianismo adoptó la amatista como símbolo de renuncia a los bienes terrenales y castidad, y aún hoy la llevan en forma de anillos muchos cardenales y obispos.