El primer sistema de drenaje registrado en la historia se ubica entre el 3000 AC y el 1500 AC. La civilización de Harappan, en la provincia de Panyab (noreste de Pakistán), ya utilizaba inodoros conectados a un sistema de canales.
Entre los años 27 AC y 14 AC el imperio romano innova su sistema de construcción de caminos, haciendo que el agua y el lodo se desplacen cuesta abajo hacia un sistema de canales.
En el año 1066, después de la invasión Normanda a Inglaterra, las iglesias, residencias y otros edificios, fueron reconstruidos con parapetos y techos de piedra; esto abrió paso a la creación de los famosos canalones pluviales en forma de gárgola que “escupen” el agua fuera de los edificios.
En el año 1240 se construye un bajante pluvial de la Torre de Londres para sus paredes blancas. Estas fueron supuestamente las primeras bajantes pluviales construidas en Gran Bretaña.
Entre los años 1536 y 1541, la disolución de conventos, monasterios, prioratos, trajo abundancia de metales como el plomo y otros materiales de construcción, trayendo como consecuencia un alza en la industria de cisternas decorativas, canalones pluviales, y otros implementos pluviales.
En el año 1709 el hierro colado reemplaza al plomo como el material más popular en la construcción de canalones.
Entre los años 1710 y 1750, se popularizan la construcción de canalones en edificios y casas de las colonias americanas. Las más comunes consisten en dos tablas de madera en forma de V unidas con clavijas de madera.
Entre los años 1939 y 1950, después de la Segunda Guerra Mundial, el plástico se convirtió en el material de construcción predilecto para los canalones pluviales.
Entre los años 1960 y 1965, fueron creados los canalones de aluminio de una sola pieza, alterando radicalmente la manera en que se producían los canalones.