La obra es de principios del siglo XVII. Su construcción dio comienzo el 27 de septiembre de 1609 a expensas del fundador Ginés de Perea, vecino de Caravaca y Notario del Tribunal de la Inquisición en el Reino de Murcia.
La fachada es de sillería del siglo XVII con puerta claveteada de 1876.
Por lo demás, se caracteriza por la austeridad propia de un convento de clausura.
Algunos de sus libros se conservan en el Archivo Parroquial de El Salvador.
Su iglesia es la más humilde de las de su época. Sin embargo recoge entre sus retablos algunas dignísimas piezas procedentes del desaparecido Convento de Franciscanos.